Garzón: complejo de Jesucristo
Conocí al juez Baltasar Garzón en un avión de Iberia al regreso por Madrid en 2003, de una reunión de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra. Orlando Jorge Mera, que a su vez regresaba de Turquía, de una asamblea de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, nos previno, a Dilia Leticia y a mí, de su presencia en el vuelo. Ambos nos desplazamos en la aeronave y saludamos a Garzón, entablamos un pequeño diálogo que continuó Dilia Leticia mientras me retiraba. La aprehensión que me producen los aviones se vio acrecentada, pensando que la aeronave podría ser blanco de un atentado de Eta, organización que estaba en la mirilla de actuaciones de Garzón. La escala en Puerto Rico fue una extensión de la casi angustia; y la llegada al país, una especie de liberación. Desconocía entonces que Garzón en Semana Santa de 1992 viajó al país, se hospedó en Flamenco Beach Resort de Puerto Plata; en avioneta junto a su mujer y su cuñada fue hasta Arroyo Barril, y desde Samaná, en un pequeño bote, fue a conocer Los Haitises. Ese viaje estaba pendiente desde hacía doce años como viaje de novios. Tres años después, en el ABC, en grosera maniobra de la derecha española, se pretendió que Garzón había utilizado fondos públicos. Garzón demostró que financió su viaje al Caribe con sus propios recursos, pero la investigación reveló que el DNI dominicano construyó la fábula y sus agentes cobraron dietas al gobierno dominicano por atenciones hoteleras que le fueron dispensadas gratuitamente. Desde ya la derecha atacaba a Garzón. El hombre está preparado a su juicio “si un juez tiene miedo, que cuelgue la toga”. En septiembre de 2008 Garzón decidió “abrir causa general para perseguir a los crímenes del franquismo y pidió a los alcaldes de Madrid, Sevilla, Granada y Córdoba a diversas instituciones y a los 22,827 párrocos que faciliten los datos de los enterramientos en fosas comunes de la guerra civil y del franquismo”. La agitación ha ido creciendo. En su interesante obra “El fundamentalismo democrático”, Gustavo Bueno señala que Garzón tiene complejo de Jesucristo. Los padres de Baltasar querían que fuese sacerdote y por ello cursó 1, 2, 3 grados en el Seminario Menor San Felipe Neri, en Baeza, y 4, 5, y 6 grados en el Seminario Diocesano Virgen del Carmen de Jaén. Dice Garzón, “yo era un seminarista iconoclasta que sacaba los pies del tiesto y transgredía las normas. Me costaba la disciplina impuesta; lo que no entendía, lo cuestionaba. Tenía quizá una visión demasiado humana y social del sacerdocio más en la onda de la teología de la liberación que empezaba a morder para entonces. Honradamente no me veía capaz de cumplir con lo que la norma eclesiástica exigía de un sacerdote. Me sentía en contradicción conmigo mismo. Yo pensaba, vamos a ver, si estoy en el seminario, ¿qué carajo hago los veranos echándome al monte con las chicas? ¿No soy capaz de prescindir de las mujeres?”. No pudo complacer a sus padres siendo sacerdote, pero ha hecho de la judicatura un ministerio y guarda para ellos un cariño que emociona. Felicitando a una madre por sus cumpleaños, febrero 8 de 1980, le dice: “cuando te miro, madre, es como si viera el mar. La calma me inunda. La felicidad me llena. Pienso, si por pensar me da, que la inmensidad del mar es nada al comparar su grandeza con tu corazón, su belleza con tu amor, su bravura con tu abnegación, su quietud con tu comprensiónÖ Y al pensar esto me digo “¡Grande es el mar, pero el amor de una madre lo es más!”. Para Bueno, Garzón da una interpretación incorrecta a la ley de memoria histórica “que busca mantener vivo el recuerdo de la guerra civil y del régimen de Franco”. A ello se contrapondría la ley de amnistía de octubre de 1977 denominada ley del olvido, que en su artículo 1, reza: “quedan amnistiados todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas, realizados con anterioridad al 15 de diciembre de 1976”. Para Bueno, Garzón tiene complejo de Jesucristo porque Mateo dijo: “venturum iudicare vivos et mortuos” (que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos). Esta idea de Jesucristo juzgador se reproduce en Segunda de Timoteo, 4, 1: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino”. A los muertos hay que dejarlos tranquilos, no se debe pelear con muertos ni juzgarlos jurídicamente, ¿como ejercerán su sagrado derecho de defensa? Para los genocidas, torturadores, corruptos, criminales y tiranos, todo el peso de la ley. Como diría doña Ferolina, pelear con muertos da mala suerte porque muerto no carga lío. Una sugerencia Baltasar.