ÁGORA
Desvaríos del opositor
El PRD continúa su grito de inconformidad ante los resultados electorales. La ausencia de senadores, sus 75 diputados y 57 alcaldías, mantienen al partido en una agitada situación de denuncias de fraude y llamados a la acción civil. Las acusaciones retumban en las filas perredeístas tratando de endilgar el fiasco al presidente del partido; pero el análisis de su situación tiene que ir más allá de este presidente y más allá de este resultado particular. Lejos de tratarse de un único fracaso electoral, desde el 2004 el PRD ha perdido dos elecciones presidenciales y dos elecciones congresuales y municipales para un total de cuatro derrotas. Si bien el porcentaje agregado de votos del PRD ha ido escalando desde entonces, no ha sido suficiente para arrebatar el triunfo al ahora omnipotente PLD. El actual presidente del partido asumió sus funciones en el 2009. Los que tan fácilmente le endosan esta debacle a Miguel Vargas se quedan en una conclusión ligera y miope. Asumiendo esa posición, el PRD estaría pecando de buscar una salida fácil a un problema que tiene matices muy complejos. ¿Quién sería entonces responsable de las derrotas electorales de 2004, 2006 y 2008? Si la solución a estos procesos hubiera sido la renuncia forzada de la dirigencia de turno poco quedara hoy de un partido histórico que en otras ocasiones ha sabido conquistar las masas. Más allá de la histeria y el alboroto post electoral, el PRD debe sumirse en una reflexión profunda sobre los motivos reales de este resultado. Debe preguntarse cómo han impactado sus continuos conflictos internos. Se hace necesario analizar su discurso, profundizar en su oposición y ver honestamente cómo los reciben los votantes dominicanos. Procede revisar cuidadosamente los mecanismos de elección de las directivas y sobre todo la forma en que fueron elegidos los candidatos. Sencillamente el PRD debe pensar menos en renuncias y lanzamientos y más en recuperar la compostura frente a un electorado que le ha negado reiteradamente la victoria. De no hacerlo, tenderán alfombra roja a un engrandecido PLD que aspira a gobernar con plenitud de poderes hasta el 2016.