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Sin contrapesos

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Laura CastellanosSanto Domingo

El sistema de controles y contrapesos que fundamenta la división de los poderes funciona en la medida en que en el Congreso Nacional exista un equilibrio de participación partidaria o una institucionalidad suficientemente consolidada. En nuestro país, ante la evidente debilidad de la última, el contrapeso deriva de una volátil pluralidad partidaria que evita que el Poder Legislativo se convierta en un sello gomígrafo del Poder Ejecutivo. Sin ese contrapeso, el riesgo de una confabulación de Poderes resulta demasiado alto. El PLD acaba de ampliar abrumadoramente su mayoría en el Congreso. En el Senado, apenas un Senador pertenecerá a otro partido, el PRSC, actualmente aliado al oficialismo. En la Cámara de Diputados, aunque habrá mayor diversidad, la mayoría simple de los morados se mantendrá y ampliará de forma evidente. En resumidas cuentas, la oposición perredeísta en el Congreso perdió parte de su ya reducido espacio. Los dominicanos no necesitamos especular sobre el riesgo de las mayorías mecánicas en nuestras cámaras legislativas. La experiencia de la reforma constitucional del 2002 constituyó el exabrupto más reciente de un Congreso dominado por el mismo partido que el Poder Ejecutivo, con la aprobación de un traje a la medida para garantizar las aspiraciones presidenciales reeleccionistas de aquel momento. Pero actualmente no nos encontramos ante un simple debate de reelección. El nuevo Congreso deberá convocar el Consejo Nacional de la Magistratura para elegir nuevos jueces de la Suprema Corte de Justicia y del nuevo Tribunal Constitucional, mientras que el Senado elegirá la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas y el Defensor del Pueblo. En consecuencia, el PLD seguirá a cargo del Poder Ejecutivo, pero su nuevo Congreso también determinará la composición del Poder Judicial y del organismo electoral, del fiscalizador y del garante de los derechos ciudadanos. El escenario resume la más clara antítesis a la monumental creación de Montesquieu. Hasta el momento, el PLD ha usado su mayoría congresual con cierta prudencia. Esperemos que eso se mantenga. Sin embargo, el aumento de su participación en el Congreso deja una fórmula que no puede hacer más que preocupar: demasiado poder, un único partido y muy poca institucionalidad.

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