EN RELEVO
Elecciones y sus lecturas
Los resultados de las pasadas elecciones deben ser aleccionadores no sólo para los derrotados, sino también para los ganadores. Porque si bien el Partido de la Liberación Dominicana obtuvo un resonante triunfo, tiñendo de morado el mapa nacional, también se notaron algunas debilidades y fisuras estratégicas, como fue la derrota en la alcaldía de Santiago, y en sentido general, unos resultados municipales sustancialmente inferiores a los legislativos. Pero para los peledeístas, más que nada, el peligro radica en no asumir la victoria con la debida humildad, y sentirse dueños absolutos del escenario político al pensar que esos endosos son eternos, y no son el resultado de coyunturas políticas. Hace apenas ocho años el PRD obtuvo 29 senadurías, y fíjense lo que pasó el domingo. El Partido Revolucionario Dominicano, por primera vez desde que participa en elecciones, se quedó sin representación senatorial. Avanzó en porcentaje de votación, y relativamente en la presencia congresional y municipal, pero es evidente que las expectativas de los perredeístas no eran las que resultaron de estas elecciones. Pero el problema del PRD no está en los senadores, diputados, alcaldes y regidores que hayan obtenido, sino en lo que le espera al nuevo liderazgo partidario encabezado por Miguel Vargas. Lo que viene es una fiera batalla, donde los opositores internos encabezados por Hipólito, Abinader, Guido y Fello, han comenzado a afilar hachas para pedir las cabezas de la nueva cúpula, y como la mira es el 2012, la lucha fratricida aparece en el escenario como el principal peligro que se cierne sobre el futuro del partido blanco. Los reformistas tienen un sabor agridulce. Forman coalición de gobierno, y por lo tanto el triunfo del oficialismo es también su triunfo, además de que los votos aliados, entre ellos los del PRSC, le otorgaron al PLD unas 15 de las 31 senadurías ganadas. También superaron el 5 por ciento necesario para acceder a la danza de los millones para los partidos, y eso era importante para el PRSC. Sin embargo la votación reformista también revela que la gran mayoría del voto conservador se ha traspasado ñoficialmenteñ al PLD. Antes no se podían contar los reformistas que estaban con Leonel, pero ahora podían votar en la casilla 3, y apoyar al Presidente al tiempo que demostraban el real tamaño de sus fuerzas. Y esas fuerzas, los reformitas de corazón, no alcanzaron los 200 mil votos. Una evidencia del largo recorrido que deben transitar los coloraos para recomponerse. Si es que aún les queda tiempo para hacerlo.