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ORLANDO DICE...

El mensaje que envió Euclides en Santiago

Cazado Euclides Gutiérrez Félix quedó atrapado (como un cazador cazado) en su propio predicamento de años de que “en política solo se hace lo que conviene”. Sus compañeros del comité político del PLD no sabían cómo hacerlo entrar en razón respecto a la candidatura de José Enrique Sued como alcalde de Santiago, pues era una contradicción, y podía producir consecuencias, que el encargado de campaña de la provincia no apoyara mas que una de las boletas de la alianza: La congresual, y no la municipal. Los peledeístas santiagueros, conociendo el personaje, no insistían mucho y lo dejaban, sabiendo que más tarde o más temprano tendría que rendirse. O ante la realidad, o ante la necesidad. Santiago era una plaza demasiado importante para dejársela al PRD. Además, de que habían desafíos que eran riesgos de división, y eso no podía permitirse en un partido en evidente auge y con un proyecto político de largo aliento. Fueron prudentes, y él discreto, y supieron guardar la compostura. Los ruidos de la campaña hacen –a veces– imperceptibles las disonancias. Lo primero era ganar, y después habría tiempo y oportunidad para poner cada cosa en su lugar… Los resabios Las desavenencias de Gutiérrez Félix con la candidatura de José Enrique Sued poco a poco se fueron convirtiendo en resabios. “Acuérdate que son setenta y cuatro años”, se decían a manera de consolación los interesados en que se produjera un cambio de ánimo. Incluso, esos se ocupaban de que no se le concediera la palabra al Patriarca en actos comunes, temiendo que se pasara de sincero y agriara la convivencia entre peledeístas y reformistas. Sin embargo, otros con sorna (que de todo hay en la viña del Señor) recordaban a José Peña Suazo y su “por mucho que brinque y salte, tú mueres aquí”. Al final murió, pero no del todo. Sorprendió que en el mitin del domingo les levantara las manos a Sued y a Julio César Valentín, en señal de triunfo. Y que es un gesto normal en ese tipo de actividad. Si hubiera estado presente Leonel Fernández, de seguro que habría hecho ese tipo de proclamación. En su ausencia, el jefe de campaña, pero sobre quien podría encarnar el símbolo de la unidad, pues era necesario enviar ese mensaje a la colectividad peledeísta de Santiago y la zona… A lo Neruda A distancia tal vez no pudo notarse, y la propia foto no ayuda mucho a destacar los rasgos de la cara, pero quienes estuvieron cerca vieron a un Gutiérrez Félix ceñudo. Con un talante que no era de ocasión. No tanto como cuando muchacho lo obligaban a beber aceite ricino, pero tampoco como cuando ahora saborea un escocés de veintiún años, que es un lujo que le permite, no el poder, sino la abundante venta de sus libros. Además, no habló, solo actuó, y eso es raro en un político de locuacidad incontenible y que se deja seducir por el tono y el sentido de sus propias palabras. La oportunidad era de euforia, y viendo la prenda que cubría su cabeza en una tarde de lluvia, rememoró al Pablo Neruda de Isla Negra, donde adquirió esa gorra. Aunque a otros con recuerdos de épocas superadas se le pareció al Vladimir Ilich Uliánov (Lenín) del exilio suizo. ¿Qué quiere decir todo esto? Que el compromiso no fue profundo, sentido; que se rindió al más tarde que nunca y a su propia prédica de que “en política solo se hace lo que conviene”, y convenía al PLD que dejara esos escrúpulos… La verdad ¿Por qué convenía un cambio de actitud de parte de Gutiérrez Félix en relación con la candidatura de Sued como alcalde de Santiago? Primero, porque la propaganda de Gilberto Serrulle estaba tomando su objeción como arma para descalificar a Sued y ganar apoyo entre los peledeístas; y segundo, porque si estos aplicaban la fórmula palé de votar por Valentín y Serrulle, el PLD no iba a conseguir suficientes regidores para dominar la sala. Y son seis años. De manera que conviene que los peledeístas voten por sus candidatos, a pesar de Sued…

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