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El caso Celso-CDEEE

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

El que Celso Marranzini aceptara dirigir la CDEEE en un momento de crisis del sistema eléctrico y de escándalo en la empresa, más que verlo como un mero reto personal y sectorial, sirve para aquilatar la capacidad de sacrificio y asumir riesgos del nuevo incumbente. Y es que, experiencia o capacidades aparte, hay que tener mucho valor para ir a un cargo que es lo más parecido a un terreno minado y que por la complejidad de intereses económicos envueltos, a cualquier administrador ño incluso gobierno- le tumban el sistema y le dejan el país en tinieblas, a modo de escarmiento o símplemente para ponerlo de feo. Se lo hicieron en su momento a Segura, a muchos otros antes, y ahora a Marranzini, como especie de bienvenida, coincidiendo con el retorno al país del presidente Leonel Fernández. Con todo y lo que pudiera envolver el mensaje o señal de los dos últimos apagones generales, nos parece que Celso ñaun cuando no deje flancos internos abiertosñ de lo que más se tendría que cuidar es de las campañas mediáticas que, de un tiempo a esta parte, se vienen montando en torno a las figuras públicas que, por importantes, tienen una imagen que cuidar, de las que se resaltan e inventan defectos y ponderan y destacan bondades y “méritos”, dependiendo de algunas “brisas” o “vientos”. Desde nuestra óptica hay casos que, además de una criticable permisividad o indiferencia irresponsable por quienes deberían hacer de guardianes, se pasa de la indelicadeza a la perversidad. Por ejemplo, en el caso del nuevo titular de CDEEE, que lo menos que debería ser es apoyado y comprendido en el reto grande que asume y en el esfuerzo de saneamiento que emprende, se percibe una campaña para que la gestión se vaya a pique... Claro, si no entiende el mensaje y “se pone a la orden” (?). La verdad es que se ha ido y se ha permitido llegar muy lejos en un mercurial e inmoral juego en el que, por ser tecla que para no herir susceptibilidades generalmente no se toca, no irá ganando fanáticos en el tiempo, pero sí nuevos prospectos. ¿A dónde va a ir a parar ésta sociedad, sin freno, sin respeto a valores, a leyes o normas, y donde las prácticas y acciones de mucha gente están sujetas a los intereses, a beneficios o a las conveniencias particulares?

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