Opinión

ORLANDO DICE...

Reforma y Ley de Partidos

La lógicaLo lógico fuera que los asambleístas aprobaran la Reforma Constitucional antes que la Ley de Partidos, pues se supone que la primera debe ser el marco (incluso conceptual) de la segunda. Sin embargo, nada más ilógico que la política dominicana. Los políticos prefieren muchas veces el ruido al entendimiento, aun cuando éste de por sí exista. No cabe dudas de que entre perredeístas y peledeístas haya acuerdos abiertos o secretos para sancionar la Reforma Constitucional y la Ley de Partidos, y por alguna razón los quieren dejar sin efecto. Las excusas son necias y demostrativas de que los avenimientos son frágiles y de poco tiempo. ¿Qué el PLD considera que la Reforma debe ser alante? Bien. Ahora, si los integrantes del partido morado en la Asamblea Revisora, o su presidente, hubieran hecho su trabajo, hace tiempo que ese problema estuviera resuelto. El presidente de la República, y también del partido, la quería para el pasado 16 de Agosto y no se esforzaron en complacerlo. La ociosidad y falta de gerencia han alterado el proceso, de manera que los peledeístas son víctimas de sus propias culpas... La banderaAhora que el PRD hace uso de sus propias urgencias, y quiere la aprobación de la Ley de Partidos, el PLD quiere fastidiarlo. De nada parecen valer los entendimientos logrados o la nobleza exhibida durante el conocimiento de la Reforma Constitucional, en la que los asambleístas del partido blanco fueron más decididos y militantes. Lo interesante es que la pieza no es favorable a uno y contraria a otro, sino que se trata de un estatuto que fue consensuado por años y que vendría a fortalecer la institucionalidad de los partidos y del sistema. Si conviene, conviene. Si no conviene, no conviene. No toda acción de los partidos tiene que estar dirigida a la sustentación de su estrategia de poder o a las tácticas que ponen en movimiento como parte del día a día. También el país se merece una oportunidad. Y el país necesita tanto de la Reforma Constitucional como de la Ley de Partidos, y ambos propósitos pueden lograrse sin afectar las posibilidades y rivalidades del PRD y el PLD. Con un poco de sentido común salvan el trance. Si sus presidentes levantaron la bandera del entendimiento, y les fue de provecho ¿por qué dejarla caer?... Se puedeNo es verdad que no se puede aprobar la Ley de Partidos antes que la Reforma Constitucional. Conocen una pieza y la otra, y por tanto, pueden cuidarse de que la primera no sea atacada con la segunda. La Reforma no es un proyecto, pues sus artículos fueron discutidos en una primera lectura. Después de andar un camino, no hay razón para equivocaciones y tropiezos. Lo que no deben dejar caer es la ley sustantiva o la adjetiva, pues ambas han llegado al punto en que se encuentran en base a un entendimiento que --firmado o no-- contribuye al avance institucional de los partidos, de los procesos electorales y a la gobernabilidad del país. Engañarse ahora no aprovechará a ninguno de los partidos, pues tiempo habrá para las confrontaciones. Las elecciones congresuales y municipales están a la vuelta de la esquina, y lo mejor es superar estos inconvenientes para dedicar todo el tiempo a la lucha por el poder real de las cámaras y los ayuntamientos. Si querían tantearse, explorarse, para no perder la forma, está bien. Pero no deben olvidar que lo principal es lo principal: asegurar una convivencia superior a los dominicanos... La idea El PRD debiera cuidarse de que no tome cuerpo la idea de que demanda la aprobación de la Ley de Partidos porque teme que las primarias se salgan de madre y creen las situaciones de tormento conocidas en el pasado. Si hay ánimo de tumulto o de descalificación, da igual que las elecciones internas las dirijan sus organismos que la Junta Central Electoral. Se supone, además, que en un “PRD para los nuevos tiempos” los lances violentos y las desconsideraciones no tienen cabida. Creer eso, o hacerlo creer, es una irresponsabilidad, y una huida al vacío...

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