“The Cleaner”
La banca internacional está al borde de ser nacionalizada. El debate fue elevado por las declaraciones de Alan Greenspan, gurú de la política monetaria y financiera de Estados Unidos en un discurso que hizo en el “Economic Club of New York” el pasado 17 de febrero. El razonamiento es el siguiente: el gobierno federal ha estado inyectando miles de millones ñque ya sobrepasan los 1.2 billones (trillones en inglés)- y el crédito sin embargo no fluye. Los grandes bancos están tambaleándose aún con la asistencia gubernamental. Un sistema económico basado en el crédito, no puede permitirse que este paralizado. En palabras Greenspan, campeón de los mercados privados, la estrategia sería la siguiente: “Podría ser necesario nacionalizar temporalmente algunos bancos de forma que se facilite una rápida y ordenada restructuración. Entiendo que una vez en cien años esto debe hacerse”. La crisis financiera no ha sido detenida con el Plan Paulson. Los bancos están de pie pegados con saliva gubernamental, pero pueden caerse en cualquier momento. Los activos tóxicos siguen ahí contaminado todo el portafolio bancario. Pero lo fundamental es que los bancos son “bancos zombies”, es decir, bancos muertos pero que aparentan estar vivos. Mientras los bancos no dejen de ser zombies, no fluirá el crédito y la economía continuará hundiéndose en un marasmo cada vez mayor. Para muestra un botón. La economía japonesa es la segunda economía del mundo. La crisis económica japonesa se arrastra por varios años. La diferencia es que la crisis japonesa no contaminó al mundo entero, como pasó con los activos tóxicos norteamericanos. Pero la actual crisis ha hundido la economía japonesa en un caos. En el ultimo trimestre de 2008, el PIB japonés cayó un 12.7%. Mientras que las exportaciones japonesas se contrajeron en enero del 2009, con respecto al mismo mes de 2008 un 47% (¡!). Al resto no es que le vaya mucho mejor. El ultimo trimestre de 2008 en EEUU, el PIB cayó en un 4.8%. El desempleo parece que se ha montado en un cohete de la NASA. El crédito, base de toda la economía, es en parte el responsable del marasmo. Por ello restablecer el crédito es tan importante. Aunque sea tirando por la borda “los principios” y propugnando que los grandes bancos como Bank of America o Citigroup pasen a control del gobierno federal. Total, el costo sería mucho menos que lo que se ha gastado en un rescate que no ha dado ningún resultado. Esas dos grandes entidades tienen acciones por un valor menor del 30,000 millones, y con el control del gobierno federal, podría restablecerse el flujo del crédito. De hecho, ya otros países están avanzando en ese camino. Gran Bretaña acaba de nacionalizar el banco más grande de ese país, el Royal Bank of Scotland, al ministerio de Finanzas asumir US$432,000 millones en activos y US$36.800 millones de su capital, que representa el 95% del total. Lo mismo sucedió con el Loyds, en el cual el gobierno británico tomó la propiedad de US$430,000 millones de activos, y 40% del capital. Pero el proceso no se detendrá hasta limpiar totalmente el sistema. El plan del gobierno británico se estima en 600,000 millones de libras esterlinas, unos US$900,000, incluyendo la nacionalización de las principales entidades atribuladas. El famoso columnista del New York Times y Premio Nobel de economía Paul Krugman, asumió también la posición de Greenspan, a pesar de estar en antípodas ideológicas, proponiendo convertir al gobierno federal en lo que llaman “The Cleaner”, es decir, el limpiador de problemas, para luego ser devueltos a propietarios privados. El propio Krugman llama esta estrategia, en lugar de nacionalización, como “preprivitazacion”. Como bien afirmó el presidente Leonel Fernández en su discurso a la Asamblea Nacional el pasado 27 de febrero: “En los últimos doce meses se han desmoronado numerosos mitos e ilusiones. Formas de pensar acerca de cómo funciona la economía, la política y la sociedad hoy se encuentran en franca bancarrota. La confianza se ha evaporado. El descrédito sobre instituciones y personalidades antes consideradas sagradas marcan la pauta de los tiempos. Como resultado de cuanto ha ocurrido en el último año, no sería aventurado afirmar que se ha iniciado, a nivel mundial, una transformación radical en la manera en que debe organizarse el modelo financiero global. Pero, al mismo tiempo, en la forma en que deben establecerse regulaciones y controles al funcionamiento de las instituciones; y a la forma en que debe instituirse una nueva ética de los negocios y de las relaciones humanas que permitan restablecer la confianza y la credibilidad en un sistema que para sorpresa de la humanidad sólo se mostró incompetente, insaciable y corrupto”.