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Biblioteca Pedro Mir

Hace varios años, en uno de mis habituales recorridos por la UASD, cuando era entonces director del Departamento de Cultura, mientras visitaba el local del Coro Universitario en el sótano del Instituto de Patología, miré hacia el parque situado entre la Biblioteca Central y la Facultad de Ciencias, y sentado en una soledad extraña divisé la figura de un señor con la cabeza cubierta por una boina que se me pareció a don Pedro Mir. Pero como hacía tres meses que al dar una conferencia acerca de poesía descubrí que había llegado la hora de usar lentes, y en esos días los estrenaba, dudé por un momento si se trataba de él o no. Así que me alejé de las hermosas voces del Coro y me fui acercando al parque. Y sí, era don Pedro Mir, con quien tuve una conversación más o menos como la siguiente: óDon Pedro, lo más lejos que tenía era que lo encontraría hoy, sentado en un banco de este parque, tan alejado de la Facultad de Humanidades, de la que se jubiló hace varios años. óMi estadía aquí, como suele sucederle a todo poeta, se debe a la búsqueda de la soledad. Mas, ha sido de una gran lección, porque he comprobado que las nuevas generaciones no me conocen. óTodo lo contrario, don Pedro, lo que ocurre es que lo conocen tanto que ya lo ven como un uasdiano más. A usted le consta el gran respeto y la admiración que le tienen todos los dominicanos y dominicanas. óMateo, esa es solo una bella frase de consolación. Yo veo las miradas de las muchachas y más bien me miran con compasión, y quizás con curiosidad se pregunten ¿quién será ese viejito que tiene tanto tiempo sentado en ese banco, como meditando? Lejos de convencer a don Pedro de mi tesis, él me hizo descubrir la capacidad de olvido de las nuevas generaciones de dominicanos ante sus símbolos y valores más trascendentes. Mi libro “No olvidar a los poetas” se inicia con esa experiencia inolvidable. Por eso, la existencia de la Biblioteca Pedro Mir, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo es un homenaje merecido a nuestro gran escritor. Miles de estudiantes comunicados con millones de libros de todo el mundo, entran mirando en letras luminosas el nombre de nuestro Poeta Nacional. Don Pedro Mir ejerció un magisterio en la literatura y la vida a través del ensayo, la poesía, la historia, el periodismo y, sobre todo, como fuerza ética que ofrendó todas sus energías para la consolidación de nuestra identidad nacional. Hoy que los vientos soplan contaminados,/ tu nombre y tu presencia nos guían,/si te seguimos llegaremos a puerto seguro,/el país en el mundo que dejaste,/ recupera tu voz en millones de seres,/que te admiran.

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