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¡Número 1 en el ranking mundial!
Ocho mil quejas depositadas en una firma de abogados de Londres por turistas británicos defraudados por la calidad de los servicios encontrados en algunos establecimientos hoteleros de República Dominicana, no es un expediente fácil de borrar. Tampoco algo para tomarlo a la ligera y creer que con la medida de reclasificar el “estrellato” de los hoteles, se va a resolver algo que luce sumamente peligroso, precisamente ahora, cuando el turista que más nos conviene es el de esas zonas, donde moneda y economía se fortifican. Añádase a esto la advertencia del Dpto. de Estado de EEUU, para que sus ciudadanos se cuiden ¡hasta de la misma policía dominicana! Más de mil quejas contra un solo establecimiento dominicano por supuestos fraudes en el cumplimiento de ofertas para estadías de luna de miel, es demasiado tolerar y arriesgar. La publicación del Sunday Mirror de Inglaterra (edición de junio 15) y las advertencias de EEUU se han expandido y nos hacen daño, lo que pudo haberse evitado si se hubiesen tomado con energía los controles para exigir a los hoteleros fallidos hacer las inversiones para corregir las deficiencias que motivan esas quejas y establecer rígidos arqueos periódicos, sin concesiones, a la calidad de los servicios que se ofrecen en los hoteles del país. El que perdamos a doscientos mil visitantes de Inglaterra, que nos han colocado en el primer lugar de la lista de destinos turísticos más peligrosos y arriesgados, donde extrañamente aparece Cuba, país que tenía fama de muy seguro para el turista, sería un duro golpe. La labor inmediata no debe ser contratar a relacionadores públicos internacionales para que tapen el hoyo con trapos, sino demostrarle a la opinión pública internacional que se dan pasos reales, no maquillados, para sancionar a los que no cumplen, haciendo una batida seria contra estos pocos que ponen en peligro a toda una industria que es pilar en el soporte de la macroeconomía nacional. Porque de seguro que si se piden datos, se encontrará que las quejas están enfocadas en un bajo porcentaje del total de hoteles del país. De hecho, la publicación señala nombres, por lo que no se entiende cómo se ha dejado que el mal olor llegue tan lejos. Acción y no palabras, es lo que se espera ante esta peligrosa circunstancia. El autor es publicitario
