El buen profesor versus el gran “gran maestro”

EL GRAN MAESTRO SABE PERFECTAMENTE OBSERVAR EL MOVIMIENTO DE SALÓN DE CLASES Y TRADUCIRLO EN UN AMBIENTE ÓPTIMO DE APRENDIZAJE

Avatar del Listín Diario
Jeanette Chaljub, Ph. DSanto Domingo

A propósito del inicio de año escolar que está por comenzar en unos pocos días, me animo a lanzarles la siguiente pregunta, ¿sabes cuál es la diferencia entre un buen profesor y un gran maestro? Cuando me hice esa pregunta, por primera vez, hace ya muchos años, me quedé un poco confundida con lo que podría ser mi respuesta. A través del tiempo, por lo menos según lo que he ido observando y experimentando, existen características distintivas entre un concepto y otro aunque, desde luego, algunas se superponen. Pensar en este nuevo período lectivo, por lo general, nos produce una alegría y sensación propias de nuestras expectativas y deseos de dar lo mejor de cada uno de nosotros. Así mismo, cuando vienen a nuestra mente los nuevos grupos de estudiantes que nos pueden llegar, nuevas directrices en el centro que laboramos, también quizás, cambios de libros y hasta de diseño curricular hace que, muchas veces, esa alegría se convierta en una incertidumbre de si lo haré bien. Surgen, entre los directivos de los centros escolares, muchas ideas de talleres y módulos de aprendizaje que son muy buenas; pero que son diseñadas para ser aplicados dentro de las primeras semanas de forma casi empaquetada y florece el sentimiento que se ha de aprenderlo todo de una vez. Si se añaden a ésto, las planificaciones de inicio de año y la decoración de los cursos para estar “listos” para ese primer y esperado día se convierte casi en torbellino, más que una experiencia agradable. Dígame, estimado lector, si es usted maestro o maestra en ejercicio, si todas esas situaciones no les hacen sentir que comienzan el año casi en retraso con el inicio y, con más razón, si es un docente nuevo en una Institución. Maestro versus Profesor Por lo expresado en las líneas anteriores, nace la pregunta central de este escrito. La conclusión a la que he llegado trataré de compartirla. El buen profesor se esfuerza por cumplir con los lineamientos establecidos. Llega a tiempo al aula, explica los conceptos y sigue al pie de la letra todo lo relacionado con el trabajo en clase. En cambio, el gran maestro, además de cumplir con todos los requisitos que esta profesión exige, disfruta de su trabajo, de sus estudiantes, se siente pertinente de la Institución donde labora. Claro, no me refiero a que todo le sale bien, que los alumnos se portan bien, que siempre entienden la clase y que se logra un clima “perfecto” en el aula. Lo que sí estoy segura, sin temor a equivocarme, es que hace de sus clases una magia casi difícil de describir. Sabe perfectamente observar el movimiento de salón de clases y traducirlo en un ambiente óptimo de aprendizaje. Sí, cualquiera siente frustración cuando no se puede dar lo planificado y el salón de clases se convierte en todo menos en eso. Pero lo que no se debe, es perder el control y la estabilidad emocional. El gran maestro sabe que es quien tiene la autoridad, pero la ejerce de forma respetuosa y sin alterarse. Parte de la premisa de que todo alumno quiere aprender y que el estilo de aprendizaje de cada uno es respetado y valorado. Establece códigos claros de conducta y procedimientos, desde ahora que comienza su jornada y durante todo el proceso hasta concluirlo.

Tags relacionados