Reflexión sobre la evaluación
LAS CAPACIDADES FUNDAMENTALES, DE ÁREA Y ESPECÍFICAS, SON EL OBJETO DE EVALUACIÓN EN LAS DIFERENTES DISCIPLINAS DEL SABER
Una de las dificultades de mayor trascendencia en lo que a procesos de evaluación educativa se refiere es la siguiente cuestionante: “¿Qué evaluar?” Por lo general, y a primera vista, dirigimos la atención a la evaluación de los aprendizajes conceptuales (saber) y procedimentales (saber hacer), en detrimento de los actitudinales (saber ser). En efecto, nos interesa más el saber y el saber hacer que el saber ser, entiéndase el comportamiento, conducta o actitud manifestada por el sujeto que aprende. Esto no significa, de ninguna manera, ignorar o descartar logros inherentes a las capacidades del aprendiz. Es por esto que en su obra titulada “Guía de evaluación del aprendizaje”, el profesor Antonio Ayala define las capacidades como potencialidades inherentes a la persona, cimentadas en la interrelación de procesos cognitivos, socio-afectivos y motores. A modo de síntesis, el profesor Ayala nos presenta las tres capacidades, objeto de evaluación, presentes en las diferentes disciplinas o áreas del saber: capacidades fundamentales, capacidades de área y capacidades específicas. Las capacidades fundamentales representan las grandes intencionalidades del currículo y se caracterizan por su alto nivel de complejidad: pensamiento crítico, solución de problemas y toma de decisiones. Estas capacidades surgen a partir de capacidades específicas, manifestadas en función de verbos en acción, traducidos en conductas observables: produce, interpreta, conecta, explora, elabora, contextualiza, compara, organiza, etc. Las capacidades de área, además de manifestar los propósitos de cada área curricular, poseen una relativa complejidad en relación con las capacidades fundamentales, en virtud de que posibilitan su desarrollo y fortalecimiento. A modo de ejemplo, tomemos el área de Lengua Española, cuyas capacidades están contenidas en aspectos relativos a la comprensión y producción oral o escrita. Finalmente, haremos mención de las capacidades específicas que operativizan a las capacidades de área. Al ser articuladas con los contenidos básicos, originan los indicadores de evaluación. Tomemos, por ejemplo, en el área de Ciencias Sociales, la capacidad relativa al “manejo de información”, cuyas capacidades específicas, entre otras, pudieran ser: identifica, discrimina, analiza, selecciona, organiza, etc. En definitiva, a partir de los planteamientos surgidos, el proceso de evaluación apunta más al sujeto que al objeto de la evaluación misma. Es por esto que el protagonista, núcleo o centro del proceso enseñanza-aprendizaje sigue siendo el alumnado, portador de unas destrezas, habilidades y actitudes valoradas en el marco de los procesos de evaluación de los aprendizajes. (+) SOBRE EL OBJETO DE EVALUACIÓN Un último elemento básico, en lo que respecta al objeto de la evaluación, lo constituyen las actitudes o formas de actuar. El respeto a las normas de convivencia, la perseverancia en la tarea, la disposición cooperativa, la disposición emprendedora y el sentido de organización, son solo algunas de las actitudes a evaluar, propuestas por el profesor Ayala quien sugiere la observación y el registro permanente, en virtud del comportamiento de los alumnos. Seleccionar las actitudes en las que se pondrá énfasis en un período determinado, coordinar con los docentes de las distintas disciplinas, a fin de desarrollar y evaluar una actitud, es tarea permanente en virtud de las características que definen el desarrollo de actitudes.