Fábulas en alta voz
¿Cuándo se terminará la moda de los calzoncillos afuera?
Llevamos años mirando cómo algunos jóvenes se pasean exhibiendo su ropa interior, no importa las condiciones en qué se encuentre. No sé ustedes, pero yo se la he visto sucia, limpia, rota, de colores, de superhéroes, de frutas, de marcas reconocidas, sin ningún tipo de sello, y en fin, de todas las formas habidas y por haber. ¡Qué desagradable resulta ver a esos muchachos mostrando más que su pantalón, el calzoncillo como si estuviéramos obligados a ver esa prenda que por algo se llama interior!
Mostrando incomodidad
Lo grande del caso es que podemos ver la incomodidad que muestran con el pantalón cayéndosele. Se mantienen, dizque subiéndoselos, pero siempre en el mismo lado. A veces no pueden ni caminar porque el pantalón se lo dejan por debajo de los glúteos, mostrando la totalidad de sus calzoncillos como si fuera una gracia. Pocas veces llevan correas, porque la idea es usar una o más tallas de la que corresponde para que pueda quedar fuera la ropa interior, no importa el estado en qué esté. Otro dato es que, cuando el ‘look’ es para ir a una salida festiva, la pinta debe incluir un calzoncillo que llame la atención. Es decir, que invierten en una prenda costosa porque al fin y al cabo, es lo que llama la atención. Eso me lo confesó un joven que lleva ocho años usando esta moda.
Un viaje por el rescate del pudor
Deseosa de que ya pase a mejor vida esa moda desastrosa, llevé un grupo de jóvenes que la utilizan sin reparo, a una ciudad fabulosa donde vestir de forma decente habla de la familia que tiene detrás cada persona. Allí desde que ven a alguien con una ropa indecorosa, saben que se trata de algún visitante, pues sus habitantes no pueden dejar al descubierto una prenda tan íntima como un calzoncillo sólo dizque para estar “en la cosa”. En el hogar se encargan de enseñarles a los niños y a las niñas la importancia que tiene llevar una vestimenta adecuada en cada caso. En la escuela refuerzan esta modelidad, y ya cuando son adultos, en sus lugares de trabajo se encargan de trazar pautas sensatas para evitar que moda como los calzoncillos afuera, por ejemplo, se convierta en una moda.
Con el deseo de que se esfume
De regreso con el grupo que me acompañó a aquella ciudad fabulosa, sólo me queda el deseo de que en nuestra realidad, esta moda pase de una vez por todas. Que en el hogar tomemos medidas para evitarla, que en las escuelas, donde aunque de forma disimulada, se ven los casos, tengan control de ella, y que los dueños de colamados y otros negocios, prohiban este tipo de vestimenta a sus empleados. Todos podemos poner de nuestra parte para erradicar esta moda que no parecer tener fin.