El rol de la mujer en el mundo diplomático

Antes de describir el rol de la mujer en el ámbito diplomático, vamos a definir lo que es la diplomacia, que ha sido descrita de muchas maneras: “la relación oficial que existe entre los gobiernos de los estados independientes, extensivas, algunas veces, a las relaciones de éstos con los Estados Vasallos”, así la describe Sir Ernest Satow, en “A Guide to Diplomatic Practice”; también está definida como el “arte de representar a los Estados”; “conjunto de reglas prácticas referente a las relaciones pacíficas y negociaciones de los Estados, a través de sus representantes”.

¿Qué es un Estado Vasallo?

Es aquel que está sometido bajo la autoridad de uno mayor, al que muestra obediencia y sumisión. En la actualidad no se ven de esa manera, pero si sometidos a apoyar decisiones de la potencia a la que le debe gratitud o está atada por compromisos económicos adquiridos para resolver necesidades propias de la nación, que son en su mayoría, los países en vía de desarrollo o sub desarrollados.

Hoy en día la diplomacia y la política son más abiertas en todos los aspectos; esta apertura ha brindado grandes oportunidades a la mujer de demostrar su capacidad, en la que se ve desempeñando papeles importantísimos.

La mujer, por lo general, tiene sobre sus hombros la responsabilidad de la educación de hogar a sus hijos, y el respeto por los valores.

En el Estado

La mujer, en representación de su Estado, llámese Embajadora, en la Misión Diplomática tiene que ocuparse de elaborar una muy buena imagen de su país, de manera que pueda promover la cultura, gastronomía, economía, etc., y resaltar los recursos naturales para mercadear el turismo y producción nacional, con la visión de exportar los productos y atraer turismo internacional.

Además, procurar oportunidades de inversiones importantes que hagan grandes aportes a la nación, tanto cultural, educativo e industrial. Colaborar con el buen fluir del intercambio político de los dos Estados.

Una diplomática debe mantener la elegancia de sus acciones en cualquier ambiente en que esta se encuentre.

Un punto básico es darse cuenta de los cambios comerciales y el avance tecnológico, para así intercambiar e introducir nuevos negocios.

Desarrollar sensibilidad frente a las diferencias culturales; ya que el reto es demostrar capacidad intelectual y laboral frente a un ambiente todavía dominado por los hombres.

Cuando se es mujer jefe de misión, hay que tratar de hacer un balance entre el rol como representante de Estado y su rol de madre y esposa.

La esposa del jefe de la misión

Cuando es esposa del jefe de la misión, el deber es ayudar a su esposo con una buena representación social y manejo de las relaciones humanas, apoyándolo significativamente para que la misión sea el éxito de los dos.

Para proveer el soporte adecuado, es vital instruirse culturalmente dentro del ámbito local, y tener información plena del país representado.

La representación nunca se debe quedar atrás, siempre se debe mantener buena conexión con el esposo, con los demás jefes de misión, con el ambiente que nos rodea e identificar elementos en común que ayuden a desarrollar y fortalecer las relaciones interpersonales.

La mujer tiene la gracia de impactar, y mejor aún, cuando se identifica con la cultura, valores, necesidad de la nación en el que se encuentra la misión.

De manera que tiene que ser pro-activa en todos los aspectos y situaciones, recordando siempre que una persona positiva y entusiasta es admirada, contagiando con su forma de ver la vida y de manejar cualquier posible conflicto, iluminando así el ambiente que la rodea.

Un poco más

La mujer debe actualizarse en cuanto a la compactibilidad comercial. La globalización comercial facilita muchas oportunidades de aperturas a nuevas y muy buenas inversiones.

El desarrollo cultural de los pueblos tiene mucho que ver con la introducción y venta del país ante las demás naciones.