Protagonista
Víctor Mendoza Coronado: “Servir con pasión, respeto y cortesía también es una forma de liderazgo”
Caballero
- Víctor Mendoza Coronado encarna esa rara combinación de sabiduría y calidez, conocimiento profundo y trato cercano. No habla para impresionar, sino para conectar. No enseña desde la autoridad, sino desde la generosidad.

Víctor Mendoza Coronado
Conversar con Víctor Mendoza Coronado es una experiencia memorable. Con una amplia cultura general y una calidez inigualable, tiene el don de “hacer perder la noción del tiempo”. Encarna la pasión en su más amplio concepto. Representa la sabiduría cultivada con disciplina, libros y experiencia.
Comunicador social egresado de la Universidad Central de Venezuela, donde su tesis sobre ceremonial y protocolo de Estado obtuvo mención sobresaliente, Mendoza Coronado se ha convertido en una figura de referencia obligada cuando se trata de entender el protocolo como un lenguaje de respeto y no como un mero conjunto de formalismos.
Con una carrera de casi 50 años, ha sido protagonista de momentos clave en la historia contemporánea de su país, desde complejos cambios de mando hasta la formación de equipos especializados en ceremonial de Estado. Hoy, como Secretario General de la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo (OICP) y presidente del Centro de Coordinación de Ceremonial y Protocolo (Cecocepro) en Venezuela, lidera con la misma serenidad con la que siempre ha hablado: firme, pero sin estridencias.
“Observar, callar y entender antes de actuar”, dice con una sonrisa que evidencia años de oficio. Esa es una de sus máximas, aprendida en la práctica diaria de un protocolo que no se improvisa ni se copia, sino que se adapta y se respeta.
Logros
La hoja de vida de Víctor Mendoza Coronado está llena de méritos: académico de número de la AICP (Academia Internacional de Ceremonial y Protocolo), docente en universidades como la UCAB y la UCV, y un referente internacional cuya experiencia ha sido reconocida por países como Argentina, Brasil, Países Bajos, Chile y su natal Venezuela, donde ha recibido condecoraciones como la Orden de El Libertador y la Orden Francisco de Miranda.
Pero lo que más enorgullece a este caballero moderno no son los honores, sino sus alumnos. Muchos de ellos hoy lideran oficinas de protocolo, diplomacia y relaciones institucionales en sus países. “Ese es el verdadero reconocimiento”, afirma. “Ver cómo las nuevas generaciones entienden que el protocolo no es vanidad, sino una herramienta para comunicar respeto, jerarquía y valores morales”.
Dotado de una amabilidad natural, Víctor es de esos maestros que no se guarda nada. Comparte conocimientos, experiencias y anécdotas con la certeza de que todo lo que se aprende debe ser compartido. Para él, el protocolo es un arte con propósito: “Cuando las formas se vacían de sentido, pierden su valor. Pero cuando responden a un propósito claro, entonces se convierten en símbolos poderosos”.
Su participación en los espacios académicos no es circunstancial. Le apasiona formar, provocar reflexión y tender puentes entre generaciones. Ha comprendido que las nuevas dinámicas sociales, tecnológicas y culturales exigen un ceremonial flexible, sin renunciar a la esencia. “La informalidad no debe confundirse con la irreverencia; el respeto siempre será actual”, sostiene.

Víctor Mendoza Coronado
Protocolo, tecnología y globalización
Para Víctor Mendoza Coronado el protocolo se enfrenta hoy a una paradoja: “es más necesario que nunca, pero también más cuestionado”.
Sostiene que las tecnologías digitales, los escenarios multiculturales y la inmediatez de la comunicación exigen repensar los formatos sin perder la profundidad. “Hemos aprendido a organizar actos híbridos, a gestionar símbolos en redes sociales, a mantener el orden en un mundo caótico”, reflexiona. “Y en ese proceso, el protocolo bien aplicado es una brújula”.
Al preguntarle por el futuro del ceremonial, enfatiza: “Quisiera ver más escuelas de protocolo en América Latina, más investigaciones académicas y más líderes conscientes del poder de las formas. Nunca debemos olvidar que la cortesía también es respeto”.