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De Cerca

Una niña que desconoce su derecho a decidir su futuro

Paula recientemente cumplió 15 años. No tuvo tiempo para planificar una fiesta, tampoco deseos de hacerlo. No va a la escuela, y no es por causa de la pandemia, su abandono viene de antes. Paula trabaja de lunes a sábado en una casa de familia en la ciudad, y los domingos está con su sus padres en un pueblecito de Villa Altagracia cuidando su niña de ocho meses, fruto de una relación que casi le cuesta la vida.

Paula no tiene idea de que cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de promover el empoderamiento y el cumplimiento de los derechos humanos de las niñas. Tampoco creo que saberlo le cambie en algo la vida, frente a las circunstancias que la rodean, su futuro es poco esperanzador.

Pocas oportunidades

Si lo miramos desde una perspectiva positiva la sociedad ha avanzado considerablemente en cuanto al respeto de los derechos de las niñas, sobre todo en lo referente a la primera década de vida. Sin embargo, Paula sigue siendo una de las cuatro niñas que en casi en todo el mundo entre 15 y 19 años no estudia ni esta´ empleada formalmente, en comparación con uno de cada 10 niños de la misma edad.

Paula contrajo matrimonio con un hombre casi 20 años mayor que ella con el consentimiento de sus padres, y fue víctima de una práctica tradicional y desgarradora que se realiza en numerosos países y que supone una grave violación de sus derechos porque impide su capacidad de decidir un futuro por sí misma.

Ella no ve con claridad qué camino debe seguir. Sin la preparación adecuada sus posibilidades de insertarse en el mercado laboral con una posición que garantice un salario digno son mínimas. Tampoco tiene tiempo para invertir en ella, su prioridad es producir dinero para cubrir las necesidades de su hija, y quizá evitar que se repita la historia.

No es sencillo

Lo alarmante, es que la situación de Paula es igual a la de muchas otras jóvenes de su comunidad. Las causas del matrimonio infantil son complejas, están interrelacionadas y varían en función de las circunstancias individuales.

En el Caobal, donde reside Paula, por lo general ese tipo de matrimonio es fruto de una combinación de pobreza y desigualdad de género. Estos factores aumentan por el acceso limitado a una educación de calidad y a oportunidades de empleo. Estas jóvenes ven el matrimonio como una puerta de escape a su vulnerable realidad y pecan con la ingenuidad.

Quizá cada 11 de octubre también sea buen día para preguntar ¿Qué estamos haciendo en República Dominicana para cambiar este panorama? Como madre y como ciudadana me preocupa el auge de los matrimonios en una edad no apta para tomar este tipo de decisiones. No olvidemos que la responsabilidad de garantizar que las niñas puedan disfrutar de su derecho a decidir su futuro, es fundamental para lograr la igualdad de género y su felicidad. Tengo la esperanza de que el 11 de octubre no sea solo una fecha para compartir mensajes bonitos en las redes sociales.

¡Hasta el lunes!

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