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Crónica Ligera

Lo mejor de la adultez es el desapego que desarrollas

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

He crecido escuchando muchos mitos sobre la edad, esa que avanza cada minuto, cada hora, cada día y con los años puede tornarse dulce o amarga. He visto a mis amigas hacer la crisis de los 30 y de los 40. ¡No sé si hice algún trance al llegar ahí! Me da risa cuando la gente me pregunta: ¿Cuántos años tienes? No sé si lo hacen por algunas de mis expresiones, las bromas que suelo hacer o porque quizá adviertan mi forma de ver la vida. Sin embargo, para mí es gratificante decir: “soy una mujer adulta de 47 años”.

¡Estoy en la edad de los milagros! Donde los años traen consigo una envidiable madurez, que te ayuda a priorizar y valorar, donde los principios dan forma a tu vida y eres tú quien decide el trayecto por donde transcurre, a pesar de que muchas cosas no están en nuestras manos, la aceptación toma un lugar importante en nuestra conducta. Pero lo mejor de la adultez es el desapego que desarrollas.

¡Es riesgoso!

Solo el paso del tiempo te enseña lo riesgoso que es buscar la plenitud personal y la satisfacción del alma a través de las relaciones amorosas, íntimas o románticas… Mucho más peligroso es que nuestra vida solo tenga abundancia con obtener cosas materiales o con tener determinado puesto de trabajo.

Estos pueden ser nuestros más grandes sueños y aun así no debemos apegarnos a ellos, aunque la inclinación a las cosas materiales, o a determinadas personas es algo común en nuestra sociedad, esta nos empuja a pensar que esas cosas o persona, en específico nos darán la felicidad, o por lo menos con ellos obtendremos una porción de ella. ¡Error! Nunca debemos buscar afuera lo que llevamos dentro, muchos anhelos pueden contribuir con nuestra estabilidad emocional, pero no son la felicidad total y muchos lo descubren cuando aparecen los obstáculos.

Todo cambia

En el mundo nada es estático, nada es para siempre. El paso del tiempo nos permite descollar y desarrollar planes y estrategias, como el desapego, aplicando lo que la vida nos va enseñando. Muchas personas construyen su identidad a través de lo que poseen o de la familia de la que provienen, sin embargo, en la medida que los años pasan creo que muchas de nosotras desarrollamos el no apegarnos a nada, por las pérdidas del camino o por la madurez adquirida de no esperar nada de nadie.

¡La adultez!

La necesidad de una visión de cambio llega en la medida que envejecemos, la presión social toma un rumbo distinto en nuestra vida, sin embargo, en lo emocional podría ser diferente sino nos preparamos. A veces debemos tomar consciencia de que debemos dejar que una parte de nosotros muera y nazca de nuevo, sin importar que edad tengamos, eso nos da la oportunidad de reiniciar nuestra vida, asumiendo un mayor control de la misma y dirigiéndonos bajo nuevos esquemas a lo que se llega superando caídas y tropiezos para aplicarlos como aprendizaje. La adultez es una combinación de desapego, libertad, experiencias. Aunque en determinados casos, el desapego debe tratarse con un profesional de la conducta.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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