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CRÓNICA LIGERA

¡No hemos cambiado nada!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Con sorpresa he visto a muchos de nosotros hacer todo lo contrario de lo que nos indican los expertos en el área de la conducta humana, la salud y la seguridad personal. Lo primero es que definitivamente no hemos soltado el acelerador con el que manejamos nuestras vidas y nos conduce a vivir de un lado a otro bajo stress y preocupación, apoyándonos en el argumento de los compromisos y de nuestras responsabilidades.

¡Vamos rápido! A una velocidad que hemos perdido el norte y simplemente nos conducimos hacia una meta, sin detenernos, sin vivir el proceso, cual caballo de coche que solo mira de frente… Lo más interesante de esto, es saber si estamos preparados para pagar el precio. ¿Ya sabemos que nos trajo la pandemia que azota el mundo? ¡No! claro que no sabemos, como tampoco sabemos que nos quitó o nos está quitando el Covid-19. A cinco meses de vivir bajo el virus tenemos decenas de interrogantes que contestarnos, pero no hemos querido aceptar que debemos parar, hacer un alto y valorar como nos estamos conduciendo ante esta situación sanitaria, invisible, que con fuerza nos golpea y encontrar el mensaje individual que nos trajo todo esto a cada uno.

Cuando lo necesitas no, es antes…

Durante muchos años viví bajo la cultura del correcaminos, me llenaba el alma el ir y venir, el entrar y salir, pasar balance en las noches y ver mis logros diarios plasmados en una agenda era éxtasis para mi ego femenino. Soy una mujer comprometida y responsable, mis días inician a las cuatro de la madrugada y no había hora de terminar, estaba impregnada de la cultura de la realización, la ambición de alcanzar cosas materiales o sueños revestidos de la trampa del empoderamiento y la satisfacción del yo puedo. Estaba sobreviviendo, no viviendo. Pero, nunca es tarde… ¡Qué bueno es entrar a la década de los cuarenta! Donde las prioridades cambiar y donde el verdadero papel protagónico de nuestra vida se asume con mayor entereza, entonces la grabación de nuestra historia se reinicia, dando paso a un rodaje permanente y diario donde cada escena de vive, se disfruta y se aplica.

Yo camino, que otros troten

Hace un buen tiempo deje de correr por la vida para vivirla. Bajé la velocidad y lo hice como una jugada inteligente, si quería seguir aquí. Desde entonces mis patrones no son lo que me impone la sociedad, sino lo que quiero y necesito. Todo vino cuando mis vacíos existenciales me condujeron al mundo de siempre estar ocupada para no pensar en mis dolores o en mis fracasos, entonces me volví “Workaholic” o “Trabajólica”. Esa vida bien acelerada y frenética con la que muchas veces nos queremos comer el mundo, es la misma que hoy nos domina, que en medio de nuestra hambre se nos olvida que después de toda “jartura”, hay que descargar… Es justo el tiempo de reflexionar sobre lo que tenemos, lo que podemos perder, porque si después de todo esto, usted sigue normal, entonces no aprendió nada, así mismo puede sorprenderle la vida. Nuestra recomendación es: ¿Cuestiónate que te hace pisar el acelerador de tu vida? ¿Es razonable la velocidad que aplico a mi vida? Las respuestas te ayudarán a identificar y fortalecer tu conexión contigo mismo y con los demás. ¡Simplemente eso te servirá como reajuste! Entonces, la carga será más liviana y la vida te dará otras recompensas y satisfacciones.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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