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CRÓNICA LIGERA

La historia que crees sobre ti, es la que haces realidad

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Cuando apenas comenzaba a ver el mundo con ojos de niña grande, era en el tiempo que tenía entre siete u ocho años, me creí la historia de hija única, enfermiza y sobre protegida. Soñadora, traviesa, arriesgada y muy parlanchina, así era y puede ser que lo siga siendo. Durante mi primera década esa fue la historia que me contaron y la que me creí una y otra vez. Entonces, fui creciendo, cambiando y buscando mi espacio. Conocí el voleibol y mi historia cambió. Comencé a desarrollarme bajo una narrativa diferente, supe de otros tópicos, otros estilos de vida bajo otras creencias, comportamientos inquietos, bullosos, extraños…habían también personas sosegadas y tranquilas. Fui ahí donde empecé a ver otras exigencias y demandas que en mi mundo no existían. También aprendí un concepto diferente de disciplina, nuevas reglas, otros órdenes y aprendí a trabajar en equipo. (Seis jugadoras, tres pases).

Los cambios

Mis intereses encontraron el camino del incremento, mi educación encontró otros soportes, mis aspiraciones volaban muy alto y comencé a ver mis habilidades con otras perspectivas que me llevaron a nuevos retos con el único propósito de alcanzar mis sueños. El cambio llega cargado de otros conocimientos y otros modelos a seguir. Aún recuerdo que fue desde ahí que aprendí a entender sobre la personalidad, las diferencias de pensamientos y criterios, entonces, supe que debía trabajar en mí muy duro, para encontrar el trayecto que me llevara a todas las posibilidades en el terreno de juego, necesitaba agilidad y habilidad, ubiqué mi hueco, mi espacio y desde ahí lo que construí sobre mi misma me ha llevado a forjar la mujer que soy hoy (no obvie los tropiezos, caídas y pérdidas).

Lo que nos cuentan

Cuando veo a decenas de personas atascadas en sus creencias sobre sí mismas, reflexiono sobre la crianza que recibieron, sobre la historia que les contaron sobe ellos mismos y que ellos se siguen creyendo, por su forma de ser, por comodidad o por no salir de su zona de confort. Advierto lo mismo en las personas que se quedaron en el pasado: “yo era”, “yo fui”, “yo tuve”, “yo hice…” Son seres humanos infelices que no muestran ningún interés de mejorar o de desarrollarse personal, espiritual y profesionalmente, tampoco tienen deseos de superarse, no tienen objetivos claros ni alcanzables, porque se creen sus propios cuentos, llenos limitaciones, cargados de “no puedo”. Y todo es el resultado de la historia que se cuentan a mí mismo, que también puede ser de la historia que otras personas le contaron o le hicieron creer.

¿Cuál es tu historia?

Nada es tan gratificante como saber quiénes somos. Seres humanos que vamos más allá de lo que nos impone la sociedad y más ahora que vivimos en medio de una pandemia, una experiencia nueva que para muchos puede ser buena y para otros traumática, lo ideal es trabajar en nosotros mismos, porque muchas de las historias que nos contaron o la que nos hemos encargado de construir, pueden que no sean ciertas, puede ser que no sea la correcta. Nunca es tarde para lograr nuestros sueños, no hay edad para alcanzar más y mejores resultados, pero para eso debemos estar conscientes de quienes somos, donde estamos y hacia dónde queremos ir, porque cada uno de nosotros es el responsable de escribir la historia que quiere contar. ¿Es usted el protagonista de su historia o simplemente es un actor secundario? Les dejo esa interrogante.

Con el favor divino de nuestro Señor Jesús nos leemos la próxima semana.

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