TESTIMONIO

El Covid-19 no ha truncado los planes de estudiante dominicana en Madrid

Jazmín de Los Santos.

Jazmín de Los Santos.

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Maritza Morillo SueroMadrid, España

Ella es una dominicana soñadora, con pensamientos claros y decisiones firmes sobre las metas a que aspira. Al igual que otros jóvenes de su generación, Jazmín de los Santos optó por solicitar una beca en el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), para ir a España a cursar un máster.

Al llegar el gran día, el nudo en su garganta y la nostalgia por dejar a los suyos la hicieron dudar, sin embargo, su deseo de retroalimentar sus conocimientos le susurraba al oído que todo saldría bien durante su estadía allí.

“Ya con mis motetes empacados y mis pocos ahorros en manos, me despedí de mis cinco gatos. Con lágrimas incontenibles dije a dios a la familia y con la bendición de mi abuela Oliva de que Dios me acompañe tome mi maleta y partí”, recuerda la joven.

Cuenta que al llegar a Madrid se instaló en la residencia estudiantil y luego salió a conocer un poco la ciudad. Durante ese primer paseo comió churros y probó las cañas, como una forma de acostumbrar el paladar a la comida de su nuevo destino, en donde esperaba forjarse un mejor futuro.

Lista para dar lo mejor de sí, inicia su preparación en la Universidad de Nebrija, donde realiza el máster en Publicidad Integrada.

Recuerda que mientras se acercaba la fecha de terminar el programa se cuestionaba si estaba preparada para regresar.

Al culminar decide quedarse para seguir estudiando, sin imaginar la agridulce experiencia que viviría más adelante con la llegada del coronavirus a España, uno de los países más golpeados hasta el momento.

Prueba de covid-19

Luego de una primera experiencia en la que primó la preparación académica de la joven, en la segunda fase de estudio llega la tormenta que ha metido en camisa de fuerza al mundo: La crisis del Covid-19, enfermedad que la obligó a vivir el peor de los encierros, al que fue sometido Madrid para evitar su expansión.

“Desde ese día mi vida cambió de una forma tan veloz que aún no lo creo. Sin embargo, y a pesar de los estragos típicos de la pandemia no me arrepiento. He aprovechado el tiempo para continuar aprendiendo a través de internet”, confiesa la estudiante.

Comunicación con la familia

La soledad ha sido menos fuerte porque gracias a la tecnología Jazmín ha podido mantener la cercanía con sus seres queridos. Todos los días se comunica con ellos a través de video llamadas y mensajes. “Poder verlos y que ellos vean me da mucha tranquilidad”, dice.

Lo positivo del encierro

Cuenta que no todo ha sido malo. Dentro de la nostalgia que le produce estar fuera de su tierra, decidió hacer uso del viejo refrán que dice: “A mal tiempo buena cara” y dejó fluir el talento que tenía guardado dentro de ella, su pasión por el dibujo.

“Dibujo rostros en mi tableta gráfica. Si siento ganas de llorar mientras lo hago me dibujo llorando y si quiero tirarme por la ventana me pinto así, en fin cada trazo me transporta a rincones inusitados de mi cerebro y eleva mi creatividad”, confiesa.

Su amor por la cocina fue otra de las grandes actitudes que desarrolló en los días de encierro. Yaniqueques, domplines típicos de su natal San Pedro de Macorís, pastas y bizcochos son algunos de los inventos culinarios que a menudo prepara.

“Escuchar música especialmente el tema de La Familia André, Son de oro, se ha convertido en mi banda sonora en este confinamiento. Me trae lindos recuerdos de mi país. Cuando escucho a Fernando Echavarría decir que me quiere de oro me imagino en un bar de la Ciudad Colonial bailando al ritmo de son”, comenta mientras añora el momento del regreso a su patria.

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