TESTIMONIOS
Vencedores: Dos hombres aferrados a la vida
Durante todo el tiempo que David Paiewonsky estuvo en cuidados intensivos nunca pudo conciliar el sueño. Cada día que pasaba era más desesperante, los ruidos de los monitores, el constante devenir del personal médico entre otras cosas, lo afectaron tremendamente, en cambio, Franklín Lighhow, sumado a todo esto, solo pensaba en sus hijos que aún están pequeños.
Cada sobreviviente de esta pandemia ha quedado marcado de una forma diferente, pero con un común denominador: el amor hacia la familia, la fe y creer en Dios que todo lo puede, los pudo sostener hasta hoy.
Testimonio de David El lunes 9 de marzo David Paiewonsky participó en un desayuno ejecutivo, donde se encontró con grandes amigos, y entabló amenas conversaciones mientras degustaba un suculento menú. Al día siguiente, recibe una llamada de su esposa, informándole de que un amigo, vecino y compañero de tenis, acababa de sufrir un infarto masivo y que lograron revivirlo. “Me pasé esa tarde en la clínica, dándole apoyo a sus familiares”.
“El jueves 12 de marzo, amanecí un poco fatigado. (Soy una persona que siempre se levanta con mucha energía). Fui a mi oficina, pero a medida que pasaban las horas, me iba sintiendo peor; por lo que decidí retirarme temprano. Camino a casa, pensaba que no recordaba la última vez que me había retirado del trabajo al mediodía con la intención de dormir un rato. Suspendí todos los compromisos y esa misma noche comencé a sospechar en la posibilidad de que mis síntomas podrían estar relacionados al Covid-19. Como si fuera una premonición recibí una llamada de un amigo que había compartido el desayuno del lunes conmigo, para comunicarme que la prueba del Covid-19, había dado positiva”. Así comenzó un nuevo capítulo en la vida del empresario Paiewonsky, vicepresidente de MPG & Asociados.
Cuenta que fue hospitalizado el viernes 26 de marzo y hoy, los recuerdos sellan de forma positiva un pasado fresco de días difíciles al ver su salud que se deterioraba y los médicos debatían si le ponían bajo ventilación asistida o no, debido a que sus pulmones sufrían los estragos del virus.
Días difíciles Cuenta David, que estando en intensivo, lo visitó el padre de nacionalidad italiana, Israel Craviotto, para darle la bendición y al verlo tan desconsolado, le dijo: “Busca al Señor como tú puedas y quieres, Él se dejará encontrar por ti. No hay cosa más hermosa que sentirlo a Él”. A partir de ese momento, el padre pasaba todos los días a bendecirlo. Se le erizaba la piel al escucharlo, siempre con algún mensaje positivo de la situación.
Esperanza renovada “El día primero de abril, me informaron que la prueba de Covid-19 había reportado negativa; por lo que fui trasladado a una habitación de aislamiento. Al llegar, me esperaban, cartas y tarjetas de mi familia. Luego de leerlas sentimientos encontrados se apoderaron de mí y lloré. Una vez en la habitación, David Paiewonsky recibe la llamada su amigo y vecino infartado, de quien no sabía nada, y pensó estaría en un total desahucio. “Yo no podía hablar de la emoción. Ya le habían dado el alta y se encontraba en su casa recuperándose”, cuenta feliz”
El viernes 3 de abril fue dado de alta y su familia fue a buscarlo. “Legué a casa y ahí me percaté de lo débil que estaba y de la intensidad de los estragos que la enfermedad me había causado. Subí las escaleras para ir a la habitación, ayudado por dos personas, y en ese momento fue que pude disfrutar de la sensación más sublime e indescriptible: El abrazo y bienvenida de mi familia”.
Agradecimiento Agradezco diariamente a Dios, a los doctores, al personal médico y en especial a mi familia, amigos y allegados, que me ayudaron tanto con sus oraciones y mensajes a que yo pudiera salir airoso de este trance. Ahora comienza la segunda fase de esta experiencia. Ojalá escribir el final de esta segunda fase, cuando ya seremos expertos en distanciamiento social; y sabremos si el avance de la medicina pudo o no contener la propagación del virus. Mientras tanto, debemos quedarnos en casa lo imprescindible como para que se reactiven satisfactoriamente la economía y nuestras vidas.
Franklín Lithgow: “Soy el resultado de las maravillosas ecuaciones del amor” El día de esta conversación el empresario Franklin Lithgow confesó que estaba mucho mejor, recuperado en un 97% gracias a Dios y a los médicos que lo trataron, para erradicar el coronavirus de su cuerpo.
La primera pregunta que le hice fue ¿Quién es después de esta experiencia?: “Soy una persona en constante transición, aun experimentando cambios para ver que quisiera Dios de mí, como podemos servir a los demás, como podemos ser un instrumento del todo poderoso para mostrar su camino”.
Mucha fiebre, dolor en el cuerpo, y malestar general, lo alertaron que debía hacerse la prueba, aunque no tiene la mínima idea de cómo se contagió. No tiene evidencia ni recuerda haber estado expuesto en ningún espacio en donde había contagiados. Es decir, le tocaba, dice él muy resignado.
Franklin confiesa que desde que se enteró que estaba enfermo el miedo de dejar a su familia y esposa lo paralizaron. “No poder verlos formados con sus propias familias y disfrutar de los nietos en algún momento me hizo reflexionar mucho. Tengo una familia maravillosa. Mis padres son testimonio de vida, con más de 80 años siguen mostrándome que la familia, el amor al trabajo y la fe en Dios es lo único que se necesita para superar cualquier obstáculo.
¿En algún momento pensó que no lo superaría? Dios me ha regalado la fortaleza de ver los problemas grandes y complicados como verdaderas oportunidades para mostrarnos a nosotros mismos que no hay montañas que no podamos escalar ni problemas que no se puedan superar a través de la fe. Por lo que me cuentan los médicos, estuve varias veces en crisis, con la salud muy comprometida, a tal punto que varias veces entendieron que no había mucho más que hacer, pero no se dieron por vencidos y lucharon junto conmigo hasta que pudieron sacarme de peligro.
¿Qué mensaje le queda? Que nadie está por encima de la ley de Dios. Esto le puede dar a cualquiera, no importa su edad, color o tamaño. La humildad es la más grande cualidad que puede tener el ser humano. Hay que servir sin mirar a quién. Hay que ser agradecido de Dios, y de los regalos que te manda Dios en la familia y los amigos a lo largo del paso por la vida.
¿Qué es lo primero que hará cuando pase esto? Servir a Dios. Seguir ayudando a las causas justas que ayuden a mejorar a nuestro país. Creo que somos un país bendecido lleno de personas buenas y de una sonrisa sincera. Soy y seré ahora con más Fe un soldado de Dios dispuesto a servirle en lo que pueda serle útil a sus propósitos.