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Momentos

Un recibimiento y una despedida: Carolina y David

La ciudad de Santo Domingo recibe la frescura, disciplina y el encanto de la economista Carolina Mejía, quien se estrena como alcaldesa. Siempre he creído que el talento no tiene sexo, y eso me hace sentir bien porque mi valoración hacia ella no es por cuestión de género sino más bien por su inteligencia, competencias y deseo de servir. La Secretaria General del Partido Revolucionario Moderno, PRM, es la primera mujer en ocupar este cargo en la Primada de América. La conocí durante el mandato presidencial de su padre, Hipólito Mejía. Le tengo un especial cariño a su familia, como periodista que da vida a los eventos sociales pude estar muy cerca del hoy expresidente, quien siempre tuvo presente a las cronistas sociales en cada una de sus actividades y viajes, tanto nacional como en el extranjero, amén de la cercanía con doña Rosa Gómez de Mejía , primera titular del Despacho de la Primera Dama, quien nos adentró a su familia , a la parte humana ; así conocimos a sus hijos : Ramón Hipólito, Felipe, Lissa y a Carolina, la flamante alcaldesa, quien ha recibido bastantes elogios, ella es la única de la prole que ha seguido los pasos de su progenitor.

Comprometida con el DN

Carolina fue foco de atención no solo en el ala política, sino también entre los expertos en el tema de la moda con opiniones muy acertadas, las que comparto plenamente, cómo las emitidas por José Jhan, Lía Pellerano y nuestra editora de Sociales Celeste Pérez, por el golpe de efecto que causó verla lucir un jumpsuit diseñado por la diseñadora dominicana Oriett Domenech para su toma de posesión. Con esta elección dio en el clavo, no cabe duda que fue un hermoso diseño. Carolina es una mujer muy refinada, con una figura envidiable (debe darnos la fórmula) además de mucha personalidad y carácter. Serán cuatro años que le quitara horas a su esposo Juan Antonio Garrigó Lefeld y a sus hijos, Juan de Jesús, Diego José e Isabel Carolina, pero el Distrito Nacional gana a una mujer carismática, comprometida con el bien común; tal como dijo en su discurso, lo reafirma con estas palabras, “Santo Domingo al que aspira más cercano, aún más ordenado, más solidario y más innovador…” ¡Muchos éxitos!

David Collado

Cómo munícipe del Distrito Nacional tengo que despedir a David Collado Morales con aplausos por la magnífica gestión que hizo como alcalde de nuestra hermosa ciudad de Santo Domingo. El hijo de David Collado y la querida Oneyda Morales de Collado, debe sentirse muy satisfecho del deber cumplido, no les falló a sus padres, a su hermanita, a su hija, ni a su pueblo. Fueron cuatro años que hablan de pulcritud, entrega, servicio y amor por la ciudad. Se marcha en un momento cumbre de su vida, el joven político deja la alcaldía como uno de los alcaldes más admirados y respetados del área, con el reconocimiento de importantes sectores de la vida nacional y con un gran futuro político. Me dicen algunos amigos cercanos que David se tomará un tiempo para descansar, reflexionar y dejar que su corazón lo lleve por el floreciente futuro que le espera. ¡Enhorabuena y mucha luz y sabiduría para ti David!

Cuando la tormenta pase

Estoy tan confundida con este poema, creí que era de Mario Benedetti, el increíble escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo, integrante de la generación del 45, alguien me dijo que no le pertenecía. ¡Pero me encanta! razón está que me lleva a compartirlo con ustedes. Se ajusta tanto al tiempo que estamos viviendo:

“Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos, y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia, seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos que lo jamás conseguido. Seremos más generosos y mucho más comprometidos. Entenderemos lo frágil que significa estar vivos, sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido. Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado. Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro y todo será un legado y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado”.

Finalmente, les dejo mi ternura.

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