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Julio Llort: Una vida por el arte

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Ivesse VillegasSanto Domingo, RD

En una entrevista que Marianne de Tolen­tino realizó al autor como parte del con­tenido de la obra ‘Ju­lio Llort: Una vida por el arte’, el artista confiesa que su íntima motivación a pintar es la fascina­ción que siempre ha sentido de plasmar en un lienzo las cosas que la emocionan; que van des­de la belleza de la naturaleza, un cuerpo femenino, la maravilla de una nubes tocadas por el cielo, o manteniendo la expresividad de rostros y miradas de unos seres humanos, que no haber pasado ante un caballete como el de él, se habrían diluido en el tiempo.

Para hacer este trabajo tu­ve que adentrarme en el mundo de este artista polifacético con el pincel y leyendo su narrativa so­bre cómo llegó a la isla, proceden­te de Puerto Rico, el 26 de junio de 1968, por el aeropuerto Pun­ta Caucedo, cuando aún queda­ban cicatrices de la Revolución del 1965 y siendo presidente Joaquín Balaguer, se puede decir que el destino le hizo una buena jugada.

Llegó con la idea de durar cua­tros meses. Hoy es un dominica­no, casado con Elizabeth Rosario Alberti, con quien procreó una fa­milia, al adoptar los dos hijos que ella tenía de su anterior matrimo­nio: Tselaine y José Alberto, y el de ambos, Julio Llort Rosario.

Nació en España, hijo de Julio Llort y Antonio Guindulain, ambos provenientes de familias de comer­ciantes y artistas, que la revolución dio paso a vender sus negocios y co­menzar de nuevo en Puerto Rico, en donde se establecen: su papá co­mo profesor en la universidad y su madre en la cosmetología.

Este reconocimiento con la pu­blicación de la monografía de un artista excepcional queda explíci­to en el prólogo, al describir que sus lienzos se embriagan de la pa­leta rica en colores y matices.

Julio Llort relata con emoción sus vivencias, con un itinerario que se destaca por su simbiosis de entusiasmo eficaz y trabajo intenso, que hasta hoy no ha de­jado de afirmar en obras y pala­bras.

Marianne de Tolentino rinde justicia al maestro cuando dice que “es un gran artista y un ser humano que ha logrado impo­ner, por la fogosidad del tesón, un talento polifacético en los te­mas y un tratamiento sorpren­dente y a veces ignorado que cruzó las fronteras de la moder­nidad”.

“No me importan los días o semanas que llave realizar una obra, pues me entrego a ella sin condiciones con el ánimo siem­pre dispuesto a dejar en ella to­do mi ser artístico, si se trata de una pequeños formatos o un gran lienzo. Incluso, después de firmarlos siempre encuentro re­toques y pequeños defectos que corregir”.

Julio Llort realizó diversas ex­posiciones individuales. En Re­pública Dominicana, desde que llegó comenzó a trabajar como restaurador oficial, ganando el reconocimiento en el medio ar­tístico, gubernamental y em­presarial, haciendo retratos de personas de todas las esferas so­ciales.

Más la muestra de sus obras en los grandes escenarios de Alemania, Bélgica y Puerto Ri­co, y en la Bienal de Alemania en 1985, en el Museo de Bo­chheim.

Sus valores

La pintura de Julio Llort presen­ta en los últimos años una visión propia de unificar los temas tradicionales como una forma de ver las corrientes más mo­dernas, una expresión en cier­tas formas ecológicas, recreán­dose en la vegetación silvestre, con escapadas algo difusas en sus bodegones, donde siempre hay temas a pleno sol, dando la sensación de atmósfera a sus obras.

En ciertas formas rebelde, re­húye de manera inocente poner­se a la moda, como él señala, ya que, aunque valora y admira las formas de expresión modernas de la pintura universal de estos últimos tiempos, las abstraccio­nes no forman parte de su perso­nalidad debido a su formación.

Gran admirador de la evo­lución del mundo plástico do­minicano, Julio Llort considera que los artistas de esta tierra lle­van el arte en las venas; el colo­rido y el sol del país influyen en la mente creativa de los artistas locales.

En la actualidad continua su labor de pintura en temas varia­dos de paisajes, bodegones y re­tratos, sin dejar al olvido la res­tauración, que, como planeta, son un toque romántico de su carrera.

Al artista recrea un mundo muy personal, destacando por encima de todo nuestras costumbres, así como nuestras personalidades, empresarios y figuras públicas.

Kalil Haché.

Doctor Joaquín Balaguer.

Campesino dominicano

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