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De Cerca

Mujeres del siglo XXI: Aliadas, no competencia

La igualdad de género todavía es una quimera. En la mayoría de países la mujer trabaja más horas y gana mucho menos que los hombres. Aun así, un estudio publicado por The Globalist, a propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, revela que cuando la mujer es capaz de contribuir a los ingresos de su familia, al menos el 80 % de su aporte va hacia la creación de un futuro mejor para sí misma y para sus hijos. ¡Justo lo que necesitamos para ser cada día una mejor sociedad! Pero no es un secreto que en pleno siglo XXI existen mujeres que, en vez de practicar la solidaridad con sus homólogas se placen en criticarlas y destruirlas.

Mi experiencia

Desde que inicié mi vida laboral he escuchado que el peor enemigo de una mujer es otra mujer. No soy partidaria de generalizar los argumentos; creo firmemente en que es más grande el número de mujeres que decide apoyar a otras para que logren alcanzar sus metas. He sido privilegiada con la oportunidad de encontrarme con infinidad de grandes damas. Mujeres libres de prejuicios, seguras de sí mismas, valientes, luchadoras y comprometidas a ser mejor ser humano. Una de ellas mi madre, a la que tengo el deber moral de nombrar porque gracias a ella, a su ejemplo e integridad, hoy me enorgullezco de ser la mujer que soy. Otras han aportado a mi preparación profesional, desde maestras, compañeras de trabajo y jefas que me han demostrado que la decisión de ganarse un espacio en el competitivo mundo corporativo, nada tiene que ver con apagar la luz de quienes te rodean, más bien, se trata de orientarse al poder de la colaboración.

Compromiso

Naturalmente, cada vez que se enfrenta un nuevo reto laboral surgen obstáculos, un proceso inherente a cualquier cambio, pero con el apoyo de otras mujeres es más fácil superar las adversidades. Aprendí que con la sencilla acción de compartir mis experiencias puedo lograr que otras mujeres alcancen sus propios objetivos. Y desde entonces no me guardo nada, porque ayudar a que otras crezcan te hace crecer mucho más. Cada vez que tengo el privilegio de orientar a la generación de jóvenes que se acerca con deseos de aprender, pienso en la oportunidad única que Dios me regala para marcar una huella. A través de las aulas o en el círculo de trabajo, he asumido el compromiso de esforzarme para influenciar positivamente a quienes puedo tocar. La rivalidad entre mujeres quedó en el pasado, hoy debemos construir cimientos sólidos tomadas de la mano.

Ser mujer

Ser mujer es ser ternura y fuerza a la vez. Ser multifacética y tener tiempo para arreglarnos o para escuchar a una amiga. Ser mujer es tener el poder se sanar con un beso, de cambiar el día de alguien con una sonrisa. Ser mujer implica el mayor de los privilegios: la oportunidad de dar vida a través de la maternidad. Entonces, no hay nada mejor que ser mujer. ¡Brindemos por eso!

¡Hasta el lunes!

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