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DE CERCA

¡Ya no quiero ser princesa!

Mi ahijada Loraine acaba de celebrar su 17 cumpleaños. De niña era fanática de las películas de Disney, y en todas sus fiestas alguna princesa era protagonista. La Sirenita, Cenicienta, Blancanieves, La Bella, Jasmín... la idílica vida de esos personajes era también la inspiración de su ropa, sus útiles escolares y de la decoración de su habitación. Recuerdo como memorizaba todas las canciones y recitaba los diálogos de las series.

Otros intereses

Nunca he sido seguidora de esas historias irreales, en mi época de niña no eran prioridad, y de adulta he cuestionado lo tergiversado que se puede percibir el mundo desde esa óptica. En una etapa Loraine no hablaba de otra cosa y empezó a llamarme un poco la atención, incluso, le comenté a su madre, pero le restó importancia y me explicó que “eran cosas de niñas, y que lo veía extraño porque solo tenía varones”. ¡Quizá tenía razón! De todos modos un día cualquiera llegué a su casa con una muñeca Barbie, el estuche también tenía un carro y una casa con piscina, y aunque no era el prototipo de mujer más ideal, por lo menos la Barbie no estaba esperando un príncipe para que la ‘rescatara’. Como era de esperarse, con la llegada de la adolescencia las muñecas y princesas fueron a parar a una gaveta.

Una nueva generación

Para su reciente cumpleaños compartimos un día juntas y repasando los recuerdos hablamos de lo mucho que amaba su colección de princesas. Me sorprendió cuando calificó de absurdas aquellas historias. ¡Ha madurado, no hay duda! Loraine ya no quiere ser princesa, quiere ser una mujer real. Me dijo que no le interesa cumplir con los estándares de belleza tradicionales, ni cultivar virtudes totalmente alejadas a la realidad. Ella quiere darse el permiso para equivocarse, formarse profesionalmente fuera del país, enamorarse, aprender con cada caída y ser valiente para levantarse.

Un libro para compartir

Fue un día productivo, y la bebé que una vez tuve en mis brazos hasta me recomendó un libro: ‘Las niñas ya no quieren ser princesas’, de Covadonga González- Pola. Emocionada me contó que en las páginas de la obra, la autora transforma a las princesas de Disney para que tomen las decisiones de su vida, “en un relato con grandes dosis de humor, realidad y en ocasiones dureza”, explicó con actitud de crítica literaria. No lo he leído, pero con esa sinopsis ya estoy motivada. Me hace feliz que ella esté clara de lo que quiere y dispuesta a salir a buscarlo como toda mujer de este tiempo. Y además, estoy orgullosa de que ya no quiera ser princesa.

¡Hasta el lunes!

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