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CRÓNICA LIGERA

Conectividad!

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Ana Mercy Otáñez G.Santo Domingo

La vida va muy rápido, el mundo cada vez está más convulso y conectar con los demás ya no forma parte de nuestras prioridades, salvo que sea por las redes sociales. La siempre solidaria soledad que nos ofrece decenas de oportunidades para reconocernos y entendernos es ahora compañera de muchos, quienes nos hemos vueltos presos de ella, buscando ligar con un mundo extraño, lejano y quizás al que no pertenecemos. Para entonces, depender del exterior y en muchas cosas de los demás.

Conocimiento

Cuando conectarnos con los demás aumentamos de forma innata nuestra influencia en determinadas situaciones. Quiérase o no, esto se trata de los demás y va más allá de las palabras. Son los hechos, al carácter, la energía y las circunstancias que provocan la química en dos o más seres humanos, dando así pasos a ideales y propósitos en conjunto, que simplemente se conectan bajo la habilidad, no otras cualidades.

Solos

Demostrado está que no es bueno estar solo, ni desconectado. El mundo no está hecho para eso y las redes sociales te lo demuestran. Mientras más lejos, más cerca. Pero la conectividad a la que hoy nos referimos es a la inmediata, a esa que nos dicen las investigaciones de universidades reconocidas que mientras más desconectado estamos, menos saludable somos, por ende menos feliz. Los seres humanos estamos diseñados para que vivamos entre familiares, amigos, compañeros de trabajo, allegados y relacionados y eso es conexión social, la manera ideal para desarrollarnos y crecer, visto desde todos ángulos.

Contacto

La conexión adquiere valor gracias a nuestros contactos. La gente admira a las personas con las que ha compartido y vivido algún tipo de situación, y estas se convierten en una experiencia de aprendizaje y crecimiento, lo que las hace adquirir un valor incuestionable a través de su historia, las habilidades para recuperarse y sobretodo de perdonar, porque el conocimiento, la madurez y las vivencias facilitan la conectividad.

Las pausas

¡Hay que detenerse! Los “stop” son importantes para escuchar nuestro corazón, analizarnos y reencausar el camino de convivir en comunidad. Nadie a la corriendo puede ver que lo va dejando en el camino. En muchos casos, la soledad es donde nacen las ideas, en otros, es el aislamiento que nos quita el valor de conectar, de ser y hacer, para convertirnos en seres humanos solitarios, vacíos y desconectados de nuestra propia realidad. Aprendamos a identificar los factores que nos destruyen a través de nuestras propias acciones, para poder seguir abiertos a lo verdaderamente importantes para nosotros, sobre todo al vínculo de la conectividad interna con nosotros mismos y con nuestro entorno primario, la familia y así aportaremos a una mejor sociedad.

Con el poder divino de nuestro Señor, nos leemos la próxima semana.

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