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DE CERCA

Cuando tener talento no es suficiente

Una vez escribí un artículo basado en la teoría de las diez mil horas, en la que, según el psicólogo Anders Ericsson, el ser humano necesita de este tiempo para dominar cualquier actividad y convertirse en un experto. Al margen de la credibilidad de este planteamiento, aquí, como casi en todo, no hay verdad absoluta. La pregunta obligada es: ¿Puede lograr el éxito alguien sin talento? Tener talento supone una ventaja, pero sólo si estás dispuesto a pulirlo lograrás un lugar en el complejo mundo corporativo, sumamente competitivo, y siempre tan dispuesto a construir ídolos como a destrozarlos.

La voz experta John Maxwell sostiene: “El talento con frecuencia esta sobre valorado. Cuando las personas obtienen grandes logros, se les atribuyen sencillamente al talento.

No obstante, esa es una forma engañosa de mirar el éxito. Si el talento por sí solo es suficiente, entonces ¿por qué personas muy talentosas no son exitosas?” Mi opinión es que el talento sin esfuerzo no sirve para nada, o sirve para poco. El talento hay que ejercitarlo y combinarlo con la pasión y el compromiso.

Unos sí, otros no La sociedad está llena de personas que estuvieron a un paso de ser ‘grandes’ con un futuro prometedor, pero nunca desarrollaron su potencial porque dejaron por sentado que iban camino al éxito. Hay otros, que van escalando de nivel en nivel, con tenacidad, aprovechando al máximo sus dones - poco o mucho - y mejorando en el proceso.

La gran diferencia La diferencia entre la gente que triunfa y quienes se quedan en la misma silla, radica en las elecciones que hacemos a lo largo del camino. Según Maxwell “las personas exitosas saben que la iniciativa activa el talento, el enfoque lo dirige, la preparación posiciona, la práctica perfecciona y la perseverancia sostiene...” Puedes tener talento, mucho talento, pero si no tienes disciplina, estás vencido.

El reto de las empresas Los encargados de gestionar el talento humano tienen un gran reto: elegir aquellos que posean un balance entre el conocimiento y las habilidades, y que estén dispuestos a contribuir con la entidad desde sus funciones.

Personas proactivas, con iniciativa y en constante preparación. Pero no siempre es así. Las políticas incoherentes y la inseguridad de quienes toman las decisiones terminan asesinando los sueños de mucha gente que verdaderamente tiene talento.

A propósito, hace algunos meses conocí una joven que confirmó una frase que repetía mi abuela: ‘Para triunfar, no es suficiente tener talento y deseos de superación, también hay que pedirle a Dios un poco de suerte’.

¡Hasta el lunes!

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