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CRÓNICA LIGERA

¡La impersonalización del WhatsApp!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Vivimos en la era de la comunicación y esta ha traído grandes avances. Es imprescindible estar comunicados las 24 horas del día, los siete días de la semana. Gracias a la tecnología hemos disfrutado de excelentes aplicaciones de mensajería, pero desde el 2009 el WhatsApp ha cifrado sus intereses en que los usuarios de teléfonos inteligentes tuviéramos la mejor experiencia posible, así se adueñó del mercado. Al día de hoy, WhatsApp no solo ha logrado tener más de 400 millones de usuarios activos que diariamente utilizan la aplicación para comunicarse, las estadísticas dicen, que apróximadamente, una de cada 7 personas en la tierra utiliza la aplicación para mantenerse en contacto con sus seres queridos, amigos y familiares. WhatsApp es un pequeño mundo de comunicación de texto, voz e imágenes, que ha revolucionado la comunicación en este siglo. Toda esta tecnología ha traído consigo grandes beneficios y ahorros para los usuarios, pero como todo, si se usa de forma racional puede ser una excelente forma de comunicación. Esta aplicación se ha vuelto imprescindible, porque es gratuita, y esto ha aumentado su crecimiento al convertirse en la vía más rápida para compartir información, fotos y vídeos. Realmente, podemos ver que la misión de WhatsApp nunca ha cambiado. Comenzó con el objetivo de garantizar que cualquier persona pudiera mantenerse comunicado con amigos, allegados, familiares y relacionados, sin importar en qué lugar se encuentren y eso les ha dado permanencia y preferencia en el gusto de los usuarios de telefonía móvil. Desde que vio la luz en el mercado hasta la fecha, ésta ha teñido diversos cambios técnicos en procura de mejorar el sistema de mensajería telefónica, valor agregado para quienes la preferimos. En lo que realmente ha cambiado WhatsApp ha sido nuestra forma de comunicarnos. Y en el uso desmedido, olvidando las reglas de comportamiento social, o de etiqueta y protocolo, obviando horarios, ubicación y dándole valor a nuestras propias necesidades y no a la del otro. De ser una aplicación moderna que nos brinda la tecnología se ha convertido en nuestra voz e imagen ante los demás, sin importar el valor de lo que vamos a comunicar. A quienes nos gusta el WhatsApp reconocemos que su visión desde sus inicios fue la de crear un producto fresco, ligero y que supliera una necesidad, al tiempo de que fuese utilizado en todo el mundo por todo el mundo. Y eso no ha cambiado, pero los usuarios si hemos modificado nuestra forma de comunicación, gracias a esta herramienta, convirtiéndola en la mejor vía para saludar, informarnos del estado del otro, decirles a nuestros familiares y amigos la importancia que tienen para nosotros y hasta para difundir los más importantes chismes y noticias. Whatsapp es el mejor medio, aunque el mensaje sea frío y distante, entonces ahí llega su impersonalizacion, por el desinterés en la vida real y los malentendidos en los intercambios de impresiones entre parejas, compañeros de trabajo, familiares y amigos. Una cosa es como yo escribo o hablo y otra es en el tono con que me leen, me interpreten o me escuchan. Lo peor son los grupos de WhatsApp. Nada es tan desagradable como hablar con alguien y ésta esté concentrada en esta aplicación. Es horrible quienes escriben en la madrugada, porque ese es el tiempo del que disponen. Las imágenes, mensajes de voz, canciones de amargue, plegarias al Señor, memes y cuantas cosas podamos imaginarnos deben tener su tiempo de compartir. Nada es tan incómodo como cuando nos volvemos inoportunos al enviar mensajes sin importancia mientras estamos en horario de trabajo o cumpliendo algún compromiso. El horario de diez de la noche y las seis de la mañana debe ser vedado, porque de seguir como vamos seremos adictos a esta aplicación o enfermos sociales. Use su voz a través de una llamada para felicitaciones de cumpleaños o logros alcanzados, por una pérdida, por saludÖ Un mensaje de WhatsApp es muy impersonal en momentos como estos. Es tiempo de acercarnos. Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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