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CRÓNICA LIGERA

¡En Aeropuertos & hospitales!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Es donde he visto más historias de amor. Cuando me siento bien y mi mente está desocupada soy una observadora compulsiva de lugares, personas y cosas. Encuentro diversión en mirar lo que otros no ven, en pararme donde nadie más se detiene y me llama la atención detalles que a otros les pasan desapercibidos, el móvil es, recrear historias cortas, simular voces y hacer conversaciones inventadas, todo desde las imágenes, los gestos, y las expresiones.

Mi mamá y mis hijos son quienes más disfrutan esa parte de mí, que se manifi esta de manera inesperada y repentina, sin guion, ni planifi cación.

Suelo arrancar sin introducción mis narraciones, sin que lo esperen y motivándolos a encontrar a qué me refi ero, entonces se hacen mis cómplices.

Esto ha motivado muchas risas entre nosotros, sin embargo, me he encontrado con dos lugares completamente disímiles entre sí, que los une un mismo sentimiento, aunque sus manifestaciones sean completamente opuestas y donde mis historias han cambiado de lo banal a lo real.

Los Aeropuertos y los hospitales, son lugares enlazados por un profundo sentimiento, donde las muestras y manifestaciones de cariño, así como la entrega desmedida encuentran el camino hacia el amor verdadero.

En el primero, predominan las sonrisas, las lágrimas, la magia, el nerviosismo y la creatividad, que se exponen en letreros, fl ores, globos, chocolates, peluches, canciones y en las más diversas declaraciones de amor… Son “tórtolos”, que no actúan solos, sino que animan a familiares y amigos a ser sus coautores de tan importante muestra de cariño. Estos recibimientos que vienen cargados de alegría y reencuentros.

Sin olvidar el pánico que generan las dudas, las interrogantes y un posible rechazo. Adjúntelo a cuando esperamos un fi nado o si es una despedida.

Sin embargo, ver las diferentes expresiones de amor desde cerca nos permite vivir la ilusión del momento, la gracia de lo que somos capaces de hacer a través de la nobleza de lo que sentimos. En los hospitales se vive un amor bajo las mismas demostraciones, solo que aquí se acude por necesidad, y las visitas están marcadas por el temor y la incertidumbre a lo peor, el susto de lo que pueda pasar, y al resultado de un diagnóstico no esperado o para el que no estamos preparados. También vamos en manadas con familiares y amigos, que se conducen bajo un hermético silencio que incluye paseos de un extremo a otro, frío y soledad.

Aquí, el amor encuentra valor para con atenciones, abrazos, palabras, gestos, fl ores, sonrisas fi ngidas y muchas lágrimas escondidas exteriorizarse. Es un mismo sentir, que se hace fuerte, sincero y solidario, que descansa en la esperanza, la misericordia divina y en la fe, lo que une a estos dos lugares.

En uno y en otro es donde cada quien es capaz de hacer lo que sea para defender lo que siente y preservar al otro. Es donde nos salen las garras de luchar, para enfrentar cualquier batalla solamente armados de amor… Los aeropuertos y los hospitales son lugares impersonales, fríos y solitarios, aunque estén llenos de personas, ambos con pasillos interminables, gente que anda muy de prisa... Unos tratan de no perder el vuelo, otros de no perder la vida. De ambos lugares parece que siempre deseamos salir rápido. En los aeropuertos el amor da esperanza, en los hospitales sana. Es en ese amor donde las distancias disminuyen y nos comprueba que este sentimiento traspasa fronteras y nunca muere en el alma lo vívido. Aquí nadie piensa en las partidas o en las pérdidas físicas… Aquí se lucha! Los aeropuertos y los hospitales, son escenarios para crear historías basadas en la fortaleza, el aprendizaje y el valor, sostenidos en el amor. Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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