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DE CERCA

La humildad del maestro

En la más reciente edición de la revista Ritmo Social de LISTÍN DIARIO, se publicó una extensa entrevista realizada a Milly Quezada y al laureado maestro José Antonio Molina, protagonistas de la tercera edición de la Gran Gala de Navidad, un esplendoroso concierto organizado por el ‘decano de la prensa nacional’, en la Plaza España, como un obsequio para todos los dominicanos.

Durante el conversatorio que dio vida a la edición especial, el director de la Filarmónica Molina, José Antonio Molina, enfatiza: “Mi filosofía de vida siempre ha sido que la felicidad, en términos absolutos, es una verdadera utopía; se puede ser feliz cada día de nuestras vidas, cuando nos vamos a la cama cada noche con el alma limpia y la conciencia tranquila”.

La entrevista se torna más interesante a medida que el maestro va respondiendo las preguntas, y al ser motivado a definir lo que para él significa humildad, su respuesta deja en el lector una invitación a la reflexión. “La humildad es la verdadera fortaleza de los hombres y mujeres que nacieron realmente grandes. De niño aprendí que los hombres son más altos cuando están de rodillas ante Dios”.

Sabias palabras de un ser humano que ha trillado su camino al éxito paso a paso, que ha vencido obstáculos, que ha invertido largas horas para perfeccionar su talento, que cree en la juventud y apoya su desarrollo en la música, y que sabe que, para brillar con su luz, no necesita opacar la de nadie.

Como parte del equipo organizador de la Gran Gala de Navidad, he tenido el privilegio de tenerlo cerca, escuchar cómo se dirige a los miembros de la Filarmónica, a su personal de apoyo y a todo quien le rodea, con respeto y mesura; sin arrogancia y sin orgullo.

Aquella noche inolvidable, del 30 de noviembre, de espaldas al escenario, cuando José Antonio Molina se paró en el podio frente a sus partituras, con la batuta en las manos, observé cuidadosamente como paseó su mirada por cada uno de los músicos, como en señal de confianza, y ahí empezó la magiaÖ Cada uno de sus movimientos se convirtió en danza que, en perfecta armonía con el sonido de la orquesta, contagió de emoción a los presentes.

Y es que, como dijo el Maestro en la entrevista: “La música es la razón y esencia de mi existencia. Ser músico trasciende al privilegio de nacer con talento o vocación artística; es una actitud ante la vida. Un vínculo y compromiso innegociable con la excelencia”.

¡Es grande! No hay duda, y la humildad es una de las cualidades que lo adornan. José Antonio Molina es un testimonio de que ser humilde nada tiene que ver con posición económica o social, ni con la sumisión o la debilidad.

En una sociedad manipulada por el egoísmo, donde muchos se vanaglorian de ser perfectos en todo lo que hacen, que fomenta la competencia y la individualidad, pareciera que es difícil ser humilde. A él la humildad le brota por los poros.

Este sentir que hoy comparto es también un aplauso al buen trabajo de crianza realizado por Josefina Miniño, pionera de la danza moderna y un icono del ballet folclórico en el país; y el arreglista, compositor y director de orquesta, don Papa Molina.

Aquí la importancia de educar a nuestros hijos bajo el principio de que no siempre tendrán la razón. Las personas sabias saben que lo determinante no es ganar cuando la diferencia de criterio, respecto de un asunto poco trascendente, puede derivar en la ruptura de una amistad por culpa del orgullo.

Ser humildes es admitir las equivocaciones con madurez y hacernos responsables de las consecuencias de nuestros actos, ser accesibles para los demás, cercanos en el trato y dispuestos a aprender.

No existe ser humano omnipotente, siempre necesitaremos a los demás, de manera que el éxito acompañado de humildad nos hará más grandes. Tan inmensamente grandes, como al maestro Molina, quien se ha ganado mi respeto y admiración, no solo por su talento, también por su accionar.

¡Hasta el lunes!

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