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Crónica ligera

Sufrir es más fácil que actuar

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Ana Mercy OtañezSanto Domingo

Nadie está preparado para que el entorno le cambie de la noche a la mañanaÖ Es un sentimiento extraño que te arropa el corazón con un frío profundo y un vacío que frisa, tumba y te acongoja aunque estés cimentado en la fe, en pie de lucha o rodeado de gente. Es una agitación extraña que solo no se puede asimilar, porque el corazón no llega solo a la aceptación, si no es bajo la preparación divina elegida por el Todopoderoso para cada uno de nosotros. Aunque me fue difícil admitir el golpe emocional que me dio el llamado de salud de mi esposo, este simplemente me allanó el camino ante lo que venía, con él aprendí de tolerancia, fortaleza y coraje para emprender el camino de la recuperación y de su propia dolencia conocí de cerca terapias como la quimio o la radioÖ De ahí en adelante Dios me ha sostenido en cuerpo y alma para enfrentar los problemas de salud de mi madre. Ella sí que no tiene descripción. Aunque traté de hacerme la fuerte, tomar las riendas y continuar tras el recorrido que amerita el tratamiento, ha sido ella mi sostén en el aquí y el ahora. Es una mujer fuerte, positiva y dispuesta, que dentro de la preocupación, el miedo y el temor que nos arropa como familia ha demostrado tranquilidad y con mucho arrojo ha enfrentado lo duro de cada una de las terapias. ¡Ella me da ánimo a mí!

Los infortunios no eligen contra quien arremeter, no llegan por ser buenas o malas personas, simplemente forman parte de la cotidianidad de la vida. ¡Nadie está exento de las enfermedades! No se trata de hacernos fuertes o víctimas, se trata de confiar en los designios del Señor, afrontarlos y seguir, porque todo suceso tiene una parte positiva. Lo difícil es encontrarla mientras formas parte del proceso. Solo la fortaleza divina puede sostener a los que sufren por enfermedad o a quienes se enfrentan a cualquier eventualidad dolorosa.

Lo más afanoso de esta causa ha sido el trayecto, que como la existencia misma, trae los momentos de subidas cargados de alegrías esenciales, fuerza y mucha fe. Pero también están los percances que nos derrumban, nos disminuyen y nos golpeanÖ Es cuestión de aceptar, tener fe y persistir, solo que llegar a ese procedimiento tarda, pues debemos esperar el consentimiento del alma, y ese es el único método probado que nos ayuda a ver una luz con nombre de soluciónÖ Sufrir es mucho más fácil que actuar, estoy segura que llorar en soledad o en el hombro de algunas de mis amigas era más fácil que asumir mi rol de esposa e hija mayor, pero ha sido mi compromiso con ellos lo que me ha permitido aprender que no podemos quedarnos estáticos ante ninguna situación, ni de alegría, ni de dificultad, porque cada vivencia trae consigo sus virtudes, pero a muchos les resulta más cómodo quedarse en la tristeza, el dolor, el abandono y la frustración y así no se evoluciona. Es muy dificultoso continuar, porque las emociones pueden segarnos y a muchos no solo les basta confiar en Dios. ¡Para mí es suficiente! Yo, en este instante puedo convertirme en maestra de la pena o experta en gratitud, elijo la segunda, porque he contado con el apoyo emocional de muchas personas que me han hecho el camino de la dolencia más llevadero apartándome del tentador desconsuelo. Con amor, fuerza y el poder de Dios nos leemos la próxima semana.

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