CON ELEGANCIA
Nuevamente a Centroamérica
Estoy emocionadísima. En unos días parto nuevamente a Centroamérica a impartir mis talleres de etiqueta social, esta vez, además del taller para damas, impartiré también talleres para niños, niñas y adolescentes. Les cuento que siento la misma ilusión que cuando sabía que iba a ver a mi artista favorito cuando era niña. Y es que cuando hacemos lo que nos gusta, el trabajo se vuelve placer, y lo que gira a su alrededor es parte del disfrute. Desde hace tiempo, he vuelto a sentir ese entusiasmo en mi vida. Recuerdo que, de pequeña, solía ser muy risueña, alegre, enérgica, soñadora. Con el tiempo, uno va creciendo y, quizás, con la madurez propia que viene con los años, vamos restando emoción a lo que nos pasa y empezamos a tomar las cosas con neutralidad. Pero, curiosamente, desde hace un tiempo para acá he notado que estoy sintiendo esa ilusión, por así llamarle, que solía tener cuando era niña o en mi época adolescente. Y les cuento que la emoción de estar a la expectativa (de expandir mis ideas a nuevos lugares, tratar nuevas culturas, salir de mi área de siempre) me hacen sentir realmente ilusionada. Analizando el porqué han vuelto a despertar esas sensaciones, creo que el factor detonante ha sido, primero, encontrar lo que me gusta, algo que realmente me apasiona, ir innovando y creando cosas nuevas. Pensando en esto, el entusiasmo es fundamental si queremos tener una vida alegre y con espíritu renovado. Y creo que de eso se trata la vida: sentir, disfrutar o llorar, pero tener emociones. Muchas veces nos dejamos llevar por la monotonía, a veces pensamos en simplemente hacer supuestamente “lo que nos conviene”, y nos olvidamos de disfrutar nuestras pequeñas pasiones, nuestros gustos, en diseñar lo que nos apasiona y dedicarnos a ello, aunque sea de hobbie. Como bien escribí en uno de mis posts en Instagram, las cosas que entusiasman a nuestros amigos no necesariamente nos entusiasman a nosotros, las cosas que llenan de satisfacción a otros no necesariamente nos llenan de satisfacción a nosotros. Por lo tanto, es necesario definirnos, encontrar aquello que nos motive personalmente, eso que sentimos que va con nosotros y que enciende esa llama de entusiasmo y alegría propia de una vida que se renueva constantemente. Cada uno de nosotros somos los arquitectos de cómo vivimos y depende de nuestra conciencia, responsabilidad y elecciones, la posibilidad de crear nuestras emociones, cambiar o mejorar nuestro estilo de vida. Yo los animo a ustedes, mis lectores, que hagan cosas que despierten su interés, que revivan el niño o niña interior que todos tenemos. El niño de la alegría, de la carcajada espontánea, que se ilusiona, que se motiva, que se maravilla de cualquier cosa. Ese niño que no está muerto, solo está dormido y que necesita que nosotros hagamos algo para, sencillamente, reconectarnos con esas emociones tan hermosas de nuestra infancia y que nos arrojan expectativas positivas en nuestro diario vivir...