CRÓNICA LIGERA
Yo, madre...
¡Hola! Buenos días. Con la bendición divina del Todopoderoso nos encontramos esta semana. Justo el último domingo de cada mayo es tradición dominicana celebrar el Día de las Madres. He comenzado esta columna muchas veces para esta fecha dándole las gracias a Dios por la madre que me engendró y las madres postizas que me ha puesto a lo largo de estos treinta y tantos años...hoy quiero hacerlo distinto hoy. Quiero agradecer al Señor por la bendiciones que he recibido al convertirme en madre, por ese cambio de niña a mujer hace diecisiete años cuando por irresponsabilidad o poca experiencia quedé embarazada de mi primera hija. Recuerdo que daba mis primeros pasos profesionales, pero la vida se detuvo cuando recibí la noticia, la que acepté valiente y responsablemente, aun llena de sueños y aspiraciones profesionales, estaba más preparada mentalmente para asumir ese reto que para abortar. Fueron ocho meses de incertidumbre mental, pero estaba feliz, cada vez que sentía sus movimientos en mi vientre, la vida me daba una nueva razón para soñar y seguir adelante. Arreglé todo para recibirla, sin embargo ella llego antes de tiempo y con ciertas condiciones de salud que no les permitieron vivir más de un mes y quince días... ocho meses de gestación, cuatro libras de peso, una condición visual y un corazón débil... mi pecho fue su cama, mis brazos su abrigo, mi corazón sobresaltado, agitado y constreñido; música para sus oídos y aunque siempre he tratado de ser fuerte, por circunstancias de la propia vida, ella es a la única persona que he podido ver morir... y en mis manos. Aunque Dios me volvió a dar la oportunidad de ser madre, me culpé por mucho tiempo de su corta vida y de todo lo que ella pudo haber pasado, pensé que mi juventud no me dio el conocimiento necesario, aunque me cuidé y llevé al pie de las letras todas las recomendaciones médicas... justo el tiempo y el acercamiento para conocer a Cristo me han dado el entendimiento de reconocer que cada quien tiene una misión en la vida, que ella en ocho meses de gestación y un mes y quince días de vida cumplió su cometido y aunque estoy consciente de que perder a un hijo es algo que con el paso del tiempo reconocemos, pero no superamos, ella cambió mi vida... aun así, las fuerzas para hacer familia y engendrar no las perdí... y Dios me dio la oportunidad de cerrar un capítulo y abrir uno nuevo cuando más tarde llegaron Luiggi José y Luis Arturo, dos seres humanos distintos, física y emocionalmente, quienes se han convertido en mis cómplices y cada día me dan miles de motivaciones para luchar, soñar y emprender...son luz brillante de múltiples colores, que se traducen en alegrías y penas, momentos dulces y amargos; días de sol y de lluvia, noches en vela y días en fiestas... hoy, no sé si celebrar el Día de las Madres o de los hijos... lo que sí sé es que no hay palabras para definir la condición de madre...si no hubiese vivido estas experiencias nunca hubiese reconocido el valor de mi madre ni de las mujeres que a diario luchan. por engendrar o por educar a sus hijos...Felicidades Mami!!! Será hasta la próxima semana si Dios así lo permite.