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Melissa Vargas disfruta la maternidad a plenitud

ESTA JOVEN MUJER ES MADRE DE CUATRO NIÑOS QUE LA HAN COLMADO DE SATISFACCIONES

Con la firme convicción de que la maternidad es uno de los dones más maravillosos que Dios le otorga a la mujer, Melissa Vargas disfruta a plenitud cada etapa de sus cuatro retoños. Sus días se han llenado de emociones, sueños cumplidos y grandes satisfacciones desde que tuvo el privilegio de traer al mundo a Julián, Manuel, Rodrigo y Marissa Barceló Vargas, quienes se han convertido en generadores de sus mayores ilusiones. Melissa asegura que cada hijo con su personalidad auténtica aporta experiencias distintas que enriquecen el disfrute de la maternidad de manera especial, aún más cuando cada uno se encuentra en una etapa de desarrollo distinta. Julián, su primogénito de 17 años, es un joven de temperamento tranquilo, amable, bondadoso, muy caballeroso y luchador, mientras Manuel es un líder treceañero, soñador, sociable y amante de los retos. A Rodrigo, su pequeño varón de nueve años, lo define como la ternura hecha niño, bondadoso, muy delicado de sentimientos y lleno de ilusiones. Marissa es la niña deseada, “la luz rosada de su vida”, una pequeña coqueta que con apenas tres años se hace sentir con su espíritu fuerte e inocente determinación. Para guiar a su familia por el mejor camino, melissa ha inculcado en sus hijos el amor a Dios, que considera la fuente de todas las virtudes. Asimismo, el respeto, la solidaridad, la honestidad y la humildad son los principales valores que sustentan la base familiar que cada día se esfuerza en fortalecer. A pesar de sus afanes como decoradora de interiores y propietaria de la tienda La habitación de Marola, Melissa procura entregar a sus hijos lo mejor de su tiempo. “Son cuatro niños de diferentes edades que demandan mucho y la tienda, que es nueva, también requiere mucha atención. Trato de dividir lo más que puedo mis días entre ellos y el trabajo, pero sobre todo, he aprendido a darles mayor calidad de tiempo”, señala. Esta joven mujer asegura que trata de aprovechar al máximo cada momento que pasa en compañía de sus hijos. “Cada uno tiene actividades propias de su edad, por lo que apreciamos como tesoro los ratos que podemos estar todos reunidos. Vemos películas, vamos al cine, nos bañamos juntos en la piscina, vamos de fin de semana o leemos”, dice. Melissa señala que la tienda se ha convertido en un espacio de integración y en una herramienta para transmitir a sus descendientes el amor al trabajo. “Los niños vienen a la oficina y se ilusionan cuando las cosas van bien o hago algo nuevo, pues se sienten parte de esto y se involucran en las labores”, resalta. Cultivando el amor Esta orgullosa madre asegura que el calor afectivo entre padres e hijos constituyen un factor esencial en el fortalecimiento de los lazos filiales. “Suelo abrazar y besar a mis hijos, les digo que los quiero, pues entiendo que los niños necesitan toques de sus padres y sentir que son amados. Asimismo, mis niños cada vez que me pasan por el frente me dan una muestra de afecto porque ya es una costumbre en nosotros”, manifiesta. Melissa destaca que al educar a sus hijos no puede dejar de recalcar los valores heredados de su madre, de quien aprendió el sacrificio por la familia y la importancia del amor entre los hermanos. “Mi madre me enseñó el valor del trabajo y la honestidad, a ser una amiga, compañera y hermana, y eso es lo que me he empeñado en transmitir a mis hijos”, dice con total convicción. Esta mujer se carácter afable, enfatiza que uno de los mayores legados que puede entregar a sus vástagos es que aprendan a ser felices con lo que tienen y a centrarse en sus objetivos, a pesar de las adversidades de la vida. “Quiero que mis hijos me vean como una madre alegre, con espíritu de niña, que siempre me recuerden amándolos y luchando por su felicidad”, manifiesta Melissa con evidente emoción y una mirada que refleja el orgullo que la maternidad evoca en su interior. (+) UN ESPACIO PARA MADRES Y NIÑOS Melissa Vargas es decoradora de interiores, egresada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Es propietaria de la tienda para niños La habitación de Marola, en la que ofrece servicios de decoración personalizada y expende muebles y accesorios para crear espacios acogedores para los pequeños. La orgullosa madre dice que en cada rincón de su lugar de trabajo hay algo de sus hijos, pues el concepto del establecimiento fue inspirado por sus propias necesidades al momento de habilitar un lugar especial para la llegada de cada hijo. “Cada vez que iba a tener un bebé me daba trabajo conseguir un lugar donde estuvieran todos los elementos que necesitaba y quise crear un espacio para ofrecer esos servicios que buscaba”, señala. Dice que incluso el nombre de la tienda surge de una anécdota sobre el nacimiento de su pequeña Marissa. “Cuando estaba embarazada solía cantarle la canción de Luis Días “Vente conmigo Marola”, por lo que la apodamos Marola. Como era una niña tan esperada, le preparé un espacio espectacular que a las personas les fascinaba. En una ocasión una amiga exclamó: “¡Wao, la habitación de Marola!” y dije que así se llamaría mi tienda.

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