CON ELEGANCIA

Saber hablar

El lenguaje es el principal medio de comunicación. No debemos olvidar que cuando conocemos a una persona por primera vez, y viceversa, la primera impresión dice mucho, en ocasiones más de lo que debería. De las consabidas presentaciones hay que recordar algunas normas fundamentales, como que son presentados los jóvenes a los mayores, o a la mujer se le presenta el hombre; e intentar siempre presentar con nombre y apellido. Cuando encontremos a alguien que se supone que ya conocemos, pero no recordemos su nombre, es mejor reconocerlo abiertamente argumentando que somos pésimos para recordar nombres. Mucha gente comete la terrible falta de educación de insistir en un “a que no sabes quién soyÖ?”, o peor aún, “seguro que no tienes idea de cómo me llamo”. Si alguna vez nos encontramos en esta situación, lo mejor es decir desde el primer momento que efectivamente no sabemos con quien estamos hablando, eso sí, con una amplia sonrisa. Lo correcto es que siempre que nos encontremos con alguien de quien podamos pensar que no recuerda nuestro nombre, nos presentemos y después añadamos dónde y cómo o a través de quién nos conocimos. La otra persona, aunque no recuerde la ocasión, asentirá y nos dirá que por supuesto nos recuerda. Y si después de presentados olvidamos el nombre de nuestro interlocutor, es preferible insistir en que nos lo repita nuevamente, antes de que sea demasiado tarde. Las primeras conversaciones con personas a quienes nos acaban de presentar pueden ser difíciles y quizá problemáticas, ya que nos podemos encontrar con la sensación de no hallar un tema del que hablar. Si alguien es especialmente callado o tímido, deberá hacer un esfuerzo e intentar agradar a sus contertulios. Por ejemplo, si la presentación se ha producido en casa de un amigo común, insistir en lo bonita y acogedora que es la vivienda, o en lo excelente que es la comida. Es la llamada “conversación social” (hablar de temas intrascendentes hasta que poco a poco conectemos con la otra persona). Evitaremos hablar mal de los demás o criticar a una persona y tampoco se debe insistir en un exagerado grado de amistad con alguien. Hablar de situaciones comunes o coincidencias, como el haber estudiado en la misma universidad, o ido al mismo lugar de vacaciones, o encontrar amistades compartidas, ayuda mucho en esas primeras conversaciones. Si nos encontramos conversando en un grupo, debemos mirar a todos sin excepción, aunque haya alguien que no intervenga. Se trata de que nadie se sienta marginado o fuera de lugar. Para ello también es importante que no demos la espalda a nadie. Debemos tener especial cuidado si estamos comiendo en una mesa. Hay que hacer un esfuerzo y hablar con las personas sentadas a ambos lados. Una vez iniciada y consolidada una conversación, es importante saber cómo y cuándo cambiar de tema. Si todo el grupo está animado hablando de algo, no cambiaremos bruscamente de tema, pero si observamos que empieza a aburrir, tampoco lo prolongaremos.

Tags relacionados