“Convertir el desierto en oasis”: un trabajo de reforestación que lleva casi 40 años a una región autónoma de China

Los árboles frutales sembrados son de manzana dátiles, peras, uvas y albaricoques.

Los árboles frutales sembrados son de manzana dátiles, peras, uvas y albaricoques.Yudelka Domínguez

Con la promesa de mejorar el medio ambiente y obtener beneficios económicos de los árboles frutales sembrados, alrededor de 10,000 personas de diferentes etnias y lugares en Aksu en el oeste de la región autónoma de Xinjiang, perteneciente a China, iniciaron en diciembre de 1986 la reforestación del desierto de Taklamakán, uno de los más grandes del mundo.

El área de Kököya, que era en ese entonces un lugar 100% árido en la actualidad cuenta con áreas verdes que además de mejorar la calidad de vida de los habitantes, les permiten obtener beneficios económicos.

De acuerdo a Aynigar Aimer, subdirectora del “Museo Conmemorativo de Kököya”, un lugar que guarda la historia de todo el trabajo que se realiza en esta reforestación, la siembra de los árboles se dividió en tres etapas. La primera inició desde 1986 al 1996 donde se reforestaron 69,200 hectáreas; en 2006 se añadieron otras 82,600 y en la actualidad alcanza más de un millón de hectáreas de árboles solo en la zona de Kököya.

Además de estas tres etapas, el proyecto contó con cinco fases que permitieron sembrar otras zonas, como las cuencas de ríos y restauración ecológica de la ciudad de Aksu que tiene un tamaño de 14.668 km².

Aynigar Aimer explica que los habitantes de la zona dependían del transporte de agua a mano, en carreteras o de depósitos para poder cubrir las necesidades de consumo, por lo que transportar agua para el riego también se convirtió en un desafío, permitiéndoles crear un canal de recolección de agua de la nieve de las montañas con una longitud de 16,8 kilómetros.

Señala que, para lograr este proyecto, de “convertir el desierto en oasis” se decidió plantar árboles de Álamo en puntos específicos de la ciudad además de a ambos lados de los ríos y por último sembrar árboles frutales, “que permitió en 2022 alcanzar los “4.5 millones de acres, con una producción de 2.62 millones de toneladas de frutas y un valor de producción económica de 18.3 mil millones de yuanes.

Los árboles frutales sembrados son de manzana dátiles, peras, uvas y albaricoques.

“Cada pueblo tiene su propia característica y paisaje único, fomentando el turismo ecológico-agrícola. En primavera, florecen las flores; en verano, hay sombra; en otoño, los árboles dan frutos; y en invierno, los paisajes son impresionantes”, dice Aimer.

Además sostiene que las tormentas de arena, granizo y sequias eran fenómenos meteorológicos comunes, situación que se ha reducido, llegando a obtener hasta 120 milímetros de lluvia.

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