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"Virus, ¿qué virus?": India vuelve al trabajo

Foto de Archivo.

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Ammu Kannampilly / Satyajit Shaw | AFPSinnar, India

Desde las bulliciosas fábricas de Maharashtra hasta los mercados de Calcuta y las congestionadas carreteras de Chennai, India ha vuelto al trabajo pese al coronavirus y espera olvidarse de la pandemia por un tiempo durante las próximas vacaciones.

India, el segundo país más poblado del mundo, con 1.300 millones de habitantes, registró más de 7,5 millones de contagios, el mayor número de víctimas a nivel nacional en el mundo por detrás de Estados Unidos.

Pero después del estricto confinamiento entre marzo y junio que dejó a millones de personas al borde de la hambruna, tanto el gobierno como la gente decidieron que la vida tiene que continuar.

Sonali Dange, que debe mantener a un marido desempleado, dos niñas y una suegra anciana, contrajo el virus y tuvo que ser hospitalizada con grandes dolores. Cuando los ahorros de la familia se desvanecieron con el confinamiento volvió a trabajar en una fábrica cerca de Bombay por 25.000 rupias (290 euros, 340 dólares) al mes.

- "Ya no tengo miedo" -

"Ahora que estoy curada, ya no tengo miedo de la enfermedad", dijo a la AFP esta mujer de 29 años en la fábrica Nobel Hygiene, que fabrica pañales desechables en Sinnar, cerca de Bombay (Maharashtra, oeste). En la planta se controla diariamente la temperatura de los empleados.

Hasta ahora la pandemia mató a menos personas en India (unas 115.000) que en Estados Unidos, que tiene casi el doble de fallecidos para una población cuatro veces menor.

Pero las consecuencias económicas del virus son mucho peores. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el producto interior bruto de India disminuya un 10,3% en 2020-2021, la mayor caída entre los principales países emergentes y la peor desde su independencia en 1947.

En Varanasi, en el norte, Sanchit (nombre modificado), que tiene 12 años, tuvo que dejar la escuela para recoger saris de las piras de cremación a orillas del Ganges. "Los días buenos gano unas 50 rupias (58 céntimos de euro, 70 centavos de dólar)", dijo a la AFP.

El confinamiento decretado en marzo dejó de la noche a la mañana a millones de trabajadores de la economía informal sin ningún ingreso.

"Nadie quiere volver a pasar por eso", dice Gargi Mukherjee, una mujer de 42 años, mientras compra en el New Market de Calcuta, entre muchos clientes sin mascarilla.

Las temporada de festivales hindúes empieza el 22 de octubre con el Durgá Puyá, y sigue con el Dussehra y luego el Diwali (14 de noviembre).

"La gente tiene que salir y hacer su trabajo para sobrevivir", dijo Gargi Mukherjee a la AFP, "si no ganas nada, no puedes alimentar a tu familia".

Y la gente espera con impaciencia los festivales. "Por supuesto que hay que temer al corona. Pero, ¿qué puedo hacer al respecto? No puedo perderme el Durgá Puyá", dice Tiyas Bhattacharya Das, una ama de casa de 25 años.

"El Durgá Puyá es solo una vez al año, no puedo perderme la alegría de las compras", asegura. Pero los expertos advierten del riesgo de un brote del virus, con los mercados abarrotados por los descuentos que ofrecen.

- Dilema -

"La gente tiene que elegir entre morir de hambre o arriesgarse a contraer un virus que puede o no matar", dijo a AFP Sunil Kumar Sinha, economista principal de India Ratings and Research en Bombay. Un dilema para muchos.

La tasa de mortalidad relativamente baja en India sorprendió a quienes temían ver cadáveres apilados en las calles, dadas las malas condiciones sanitarias y el deficiente sistema hospitalario. El gobierno no parece dispuesto a decretar otro confinamiento.

Pero no hay que dejar que el virus se descontrole, advierte la profesora Bhrahmar Mukherjee, una epidemióloga de la universidad de Michigan, en Estados Unidos.

"Para poder reabrir, hay que intensificar las medidas de salud pública", de lo contrario "si levantamos completamente el pie del freno, el virus también acelerará". Según ella, India pasó "directamente del catastrofismo a la negación".

La Indian Medical Association –la principal organización representativa de los médicos indios– denunció en septiembre la "indiferencia" del gobierno ante el sacrificio de personal médico, diciendo que "parece que podamos prescindir de ellos".

En Calcuta, el librero Prem Prakash, de 67 años, se lo toma con filosofía: "Algunas cosas deberían dejarse al destino", dice. "Tener demasiado miedo a la muerte no es la solución".

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