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BARCELONA

"Nunca pensé que estaría quemando una barricada" en los disturbios de Cataluña

Crédito AFP

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AFP/ Rafa MartiBarcelona (España)

"Tengo 24 años, un máster y mi trabajo, y nunca pensé que estaría quemando una barricada con la cara tapada", asegura Aída, una de las jóvenes en el núcleo de los disturbios que agitaron Barcelona la última semana.

Sus perfiles son variados: desde anarquistas expertos en este tipo de protestas a vándalos que aprovechan el caos, pero también muchos independentistas catalanes indignados como Aída, o incluso años más jóvenes, hasta menores de edad.

"Somos una generación que ha crecido con este movimiento, que llevamos 8 años portándonos bien y siempre hemos recibido porrazos como respuesta", añade la joven a quien la policía requisa un pasamontañas antes de acceder a una protesta en Barcelona.

Aída ha asistido a todas las protestas desde el lunes y reconoce haber participado en actos que ella denomina de "autodefensa". "No justifico la violencia arbitraria, pero sí defendernos de la represión policial", dice.

Después de siete años asistiendo a manifestaciones pacíficas, a veces con sus padres y abuelos, ahora se une con sus amigos para protestar tras las altas penas de cárcel contra algunos líderes que abogaron por la no violencia.

Algunos participan en los disturbios, otros se quedan alrededor mirando con fascinación.

Sin pudor, dos enmascarados saludaban a los cámaras de televisión en pleno fragor de los disturbios del jueves. Otro hacía un baile de Fortnite frente a una barricada en llamas. Y un numeroso grupo paraba a los fotoperiodistas para que tomasen una imagen de ellos posando con palos, botellas y barras de hierro.

- Grupos organizados -

Observando las protestas está Olivier Cauberghs, un experto belga en radicalización que ha trabajado 15 años con la policía de su país. Para él, muchos de los jóvenes independentistas se han radicalizado en los últimos años.

"Han visto cómo han golpeado a sus padres y abuelos en el referéndum del 1 de octubre (de 2017) y ahora sacan la rabia", asegura, en referencia a las cargas policiales durante esa votación prohibida por la justicia.

"Han pasado por un largo proceso" hasta cometer este tipo de actos, "no lo han decidido de la noche a la mañana", señala. Aunque, en su opinión, la mayoría "volverá a su rutina".

Otra cosa son los grupos más organizados, ataviados de negro, con capuchas, pasamontañas y mochilas, que suelen verse en primera línea de estos disturbios que ya han dejado un saldo de casi 600 heridos en la región, según los servicios de emergencias.

"Por las tácticas que he observado que usan, no diría que es gente que emplea la violencia por primera vez", dice Cauberghs, apuntando a "anarquistas".

Por la plaza Urquinaona, epicentro de la fuerte violencia del viernes, aparecieron pintadas con el acrónimo "ACAB" ("All Cops Are Bastards", "todos los policías son unos bastardos") y "1312", la referencia numérica a las mismas siglas.

"El perfil anarquista es el de atacar a los policías sin importar nada más, porque son los defensores del Estado", señala Cauberghs. Y, para él, en estas protestas "es más grande el valor de la lucha contra la policía que el independentismo".

El ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, aseguró el viernes que detrás de los disturbios había "grupos violentos (...) que de forma organizada centran su violencia en la policía nacional".

Tampoco descartó la presencia de radicales de otros puntos de Europa y, según confirmó su departamento a la AFP, un 13% de los detenidos son extranjeros.

- "Que vean que sabemos quejarnos" -

El sábado, dos jóvenes con la cara tapada por pañuelos se acercaban expectantes al grueso de la manifestación.

"Me siento español y no soy independentista, vengo a liarla y también porque me parece mal que se meta a políticos en la cárcel por decir su opinión", asegura uno de ellos, de 19 años, y que se define como apolítico.

No quiere dar su nombre porque ha participado en actos violentos contra la policía en los últimos días.

"Tienen que ver que sabemos quejarnos. No tenemos miedo de nada", añade.

Su compañero, que tampoco da el nombre, es un joven de 17 años de origen venezolano albergado en un centro de menores. "Estamos en contra del abuso policial", dice.

Ambos jóvenes, residentes en el extrarradio de Barcelona, son castellanohablantes y no tienen ninguna vinculación con el independentismo.

Para Cauberghs, forman parte de grupos de ácratas que "expresan su frustración". "No tienen una base educativa ni perspectivas de futuro, se radicalizan en la violencia, no en una ideología", insiste.