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La alta inflación obliga a los argentinos a cambiar sus hábitos de consumo

La constante escalada de precios en Argentina, inmersa en una crisis económica que se agravó en agosto, empuja a sus ciudadanos a inclinarse por alternativas de consumo que antes no se planteaban, como optar por segundas o terceras marcas y peinar los supermercados en busca de ofertas.

Este miércoles se conoció que los precios del país austral subieron un 5,9 % en el mes de septiembre, mientras el crecimiento interanual fue del 53,5 %, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), un dato que refleja el recrudecimiento de la recesión argentina tras los resultados de las elecciones primarias, en las que el peronista Alberto Fernández se impuso al presidente del país, Mauricio Macri, por una amplia diferencia.

La situación se ve agravada debido a que las subidas de precios no están en consonancia con aumentos salariales y, además, la moneda local no supone una referencia real en el país, comentó a Efe el fundador de Consumidores Libres, Héctor Polino.

"Hoy tenemos una economía bimonetizada, es decir, prácticamente dolarizada. El peso es la moneda oficial pero todas las transacciones comerciales se llevan de acuerdo a la paridad cambiaria con respecto al dólar", explicó Polino.

Por ello, tras "corridas cambiarias" como la del pasado agosto, cuando el peso se depreció fuertemente respecto al dólar, el mercado entra en un estado de confusión.

"El comerciante, cuando tiene que reemplazar el producto que hoy vende, no sabe a qué valor va a comprarlo y el industrial que elabora un determinado producto y lo vende no sabe a qué valor va a comprar la materia prima para elaborar ese producto", afirmó el representante legal de Consumidores Libres.

Esto provoca, según Polino, que los vendedores suban los precios de los productos "por las dudas" y las tasas de inflación sean tan elevadas como la de este septiembre.

"Hoy nadie sabe en la República de Argentina cuál es el precio justo, razonable, de un determinado producto, porque aumentan permanentemente", sostuvo.

El sector de alimentos y bebidas no alcohólicas fue uno de los más castigados, con un crecimiento interanual del 56,9 %, lo que impactó directamente en la cesta de la compra de los consumidores.

"Yo estaba acostumbrado a comprar productos lácteos de primera marca, pero ahora, por cuestión de la situación económica, me veo obligado a comprar de segunda y de tercera marca", relató a Efe Diego Areco.

Precisamente, los lácteos son uno de los productos más afectados -junto a la carne vacuna- por el bajo consumo, según Polino, mientras que las polentas y harinas se venden más, lo que generó un "aumento del sobrepeso y la obesidad en una parte importante de la población argentina".

Otro de los factores a tener en cuenta por los consumidores finales es la "enorme" dispersión de precios que se instaló en el país.

"En el mismo barrio, en la misma manzana, en dos negocios distintos el mismo producto está con precios diferentes", detalló el fundador de Consumidores Libres.

Marcela Escalante, vecina de la ciudad de Buenos Aires, presta ahora más atención a las etiquetas de los alimentos, hasta el punto de modificar el recorrido habitual de su compra.

"Voy a los lugares donde es más barato, no me gusta pero tengo que hacerlo. Voy los miércoles allá, miro cuánto cuesta acá y busco precios", aseguró Escalante.

El dato de inflación se dio a conocer cuando falta apenas semana y media para las elecciones generales del país, en las que el opositor Alberto Fernández parte como favorito para sustituir a Macri en la presidencia.

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