93 MUERTOS
La ira acumulada de jóvenes desempleados desató las protestas en Irak
La mayoría de los manifestantes que desde el martes piden más servicios básicos y menos desempleo y corrupción en Irak son jóvenes hartos de la falta de reformas y oportunidades, para los que una serie de acontecimientos recientes fueron la gota que colmó el vaso.
Las manifestaciones, en las que han muerto 93 personas y casi 4.000 han resultado heridas, se producen a punto de cumplirse un año de la llegada al poder del primer ministro Adel Abdelmahdi y en medio de una grave crisis económica tras años de conflicto, con desorbitadas tasas de paro juvenil y alta dependencia del petróleo.
La escasez de servicios médicos y educativos, electricidad y agua potable; el aumento del paro y la falta de respuestas a las demandas de reforma son los más importantes motores que movilizaron a los manifestantes, según el profesor de Sociología Política de la Universidad de Mustansiriyah en Bagdad, Abd Mohamed Zaid.
A ello hay que sumar los altos niveles de corrupción en las instituciones públicas, afirmó a Efe el profesor.
Al contrario que en protestas anteriores, en esta ocasión ningún partido político se ha puesto al frente de las marchas y los que salen a las calles son sobre todo jóvenes desempleados, personas con ingresos bajos, y graduados y posgraduados universitarios que no lograron oportunidades laborales.
A su juicio, no todos los participantes tienen las mismas demandas. En la misma plaza, explicó, se concentran manifestantes que piden más puestos de trabajo y otros que, por ejemplo, quieren el fin de la corrupción.
El experto advierte de que estas circunstancias no salieron de la nada en los últimos días, sino que la reciente represión violenta de una sentada de graduados que pedían puestos de trabajo y una campaña de las autoridades contra casas, comercios y puestos ambulantes ilegales pusieron en erupción un volcán ya activo.
Durante las dos últimas semanas, las redes sociales se llenaron de llamadas a protestar y los jóvenes las escucharon este martes para aferrase a ellas sin que parezca que vaya a haber un fin en el futuro próximo, pese a los llamados el primer ministro al diálogo y sus promesas de mejora.
A juicio de Zaid, sentarse a la mesa resultará complicado porque las protestas carecen de organizadores o líderes específicos.
¿Y qué hay detrás de todo esto?: Un contexto de grave crisis económica.
La agencia crediticia Moody’s advirtió esta misma semana de que el perfil del Gobierno iraquí (Caa1 estable) seguirá dependiendo de la producción de petróleo en el medio plazo, y destacó su susceptibilidad a la variación de los precios del crudo y los factores geopolíticos.
Además, recordó los problemas que está teniendo el país a la hora de implementar reformas fiscales y diversificar la economía, en el primer caso debido en parte a la fragmentación política y los riegos de seguridad, según el analista y uno de los vicepresidentes de Moody’s, Alexander Perjessy.
El analista del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad Iraquí, Sabah Mohamed, coincide con Zaid en que las condiciones económicas no han cambiado “repentinamente”, sino que los problemas que denuncian los manifestantes son fruto de una acumulación de factores, como la corrupción y el mal manejo de los recursos.
Y es que los sectores de la industria y de la agricultura están paralizados casi por completo, dijo Mohamed, quien cree que si se reactivasen podrían emplear a gran parte de los parados.
Según dijo, las empresas más potentes del país, petroleras y energéticas, reclutan a un gran número de trabajadores extranjeros.
Todo ello ha hecho mella en los jóvenes, que sufren una tasa de desempleo del 23 %, según datos del Ministerio de Planificación, y del 40 % según el Fondo Monetario Internacional (FMI), recordó el experto.
Así las cosas, muchos chicos con títulos universitarios han tenido que sacarse las castañas del fuego con trabajos no acordes con su nivel educativo. “Algunos venden servilletas en las intersecciones de carreteras y mercados, empujan un carro para transportar mercancías o ponen una pequeña alfombra vendiendo sus productos a un lado del camino”, sentenció Mohamed.
Y la campaña de las autoridades contra los puestos ambulantes, quioscos y tiendas ilegales a los que habían tenido que recurrir fue la última gota que colmó el vaso.