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BURKINA FASO

Medio millón de burkineses no tiene acceso a sanidad por aumento de violencia

Niños frente a una escuela utilizada como refugio para personas desplazadas internamente (IDP) del norte de Burkina Faso. Olympia de Maismont/AFP.

Niños frente a una escuela utilizada como refugio para personas desplazadas internamente (IDP) del norte de Burkina Faso. Olympia de Maismont/AFP.

El aumento de la violencia yihadista y de los grupos armados en Burkina Faso este último año ha provocado que medio millón de burkineses hayan perdido de forma completa o parcial el acceso a los servicios sanitarios, denunció hoy el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Unos 125 centros sanitarios estaban cerrados o trabajan de forma parcial el pasado agosto, mientras que el número de hospitales afectados por la violencia en enero era de solo 10.

"El acceso a los servicios sanitarios se ha vuelto extremadamente difícil en algunas partes de Burkina, y es un subproducto aterrador de la violencia para las familias, especialmente aquellas con niños enfermos o heridos", consideró el presidente del CICR, Peter Maurer, en un comunicado publicado hoy tras la reunión el pasado viernes con el presidente burkinés, Roch Marc Kaboré.

Entre mayo de 2018 y julio de 2019 el organismo humanitario ha contabilizado un total de 26 incidentes armados que afectan directamente a personal médico, material o vehículos, sobre todo en las regiones del Sahel -norte- y en la de Centro-Norte.

Además, el número de desplazados internos en el país se ha multiplicado por cinco en menos de un año, pasando de 50.000 en diciembre de 2018 a más de 270.000 en pasado agosto, en un país de menos de 20 millones de personas.

Este mismo domingo casi una treintena de personas han muerto en dos incidentes terroristas en dos puntos del país: uno un ataque contra un convoy de vehículos en el centro-norte del país y el otro una explosión bomba contra otro coche de transporte de pasajeros en el norte.

A los problemas de seguridad que tienen relación con el yihadismo y los grupos armados se añade el problema de la crisis climática: "el agua es escaso y las tensiones por los recursos naturales están aumentando", explicó Maurer.

Desde 2015, la empobrecida región del Sahel en el norte de Burkina Faso -que comparte frontera con Malí y Niger- lucha contra una ola creciente de ataques yihadistas, que en los últimos tiempos se ha extendido también hacia el este, cerca de la frontera con Togo y Benin.

El deterioro de la seguridad llevó incluso al Gobierno de Uagadugú a declarar el estado de emergencia en diciembre en varias provincias del norte limítrofes con Mali.

En uno de los últimos incidentes, el pasado 19 de agosto, al menos 24 militares murieron en un "ataque de gran envergadura" perpetrado por milicianos de "grupos terroristas no identificados" en el norte de Burkina Faso, informó entonces el Ejército.

La mayoría de los ataques en la antigua colonia francesa se atribuyen al grupo local Ansarul Islam, fundado en diciembre de 2016, y al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM), leal a Al Qaeda en el Magreb Islámico.