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Brasil: Identifican restos de víctimas de motín carcelario

Familiares de los presos asesinados durante un motín en una cárcel del norte de Brasil acudieron ayer a una oficina forense a identificar a las 57 víctimas, en donde algunos de ellos se desmayaron al ver los cadáveres decapitados de sus seres queridos.

En un intento por evitar más violencia en la prisión de Altamira, en el estado de Pará, las autoridades comenzaron a transferir a 46 reclusos a otras prisiones, 10 de ellos irán a instalaciones federales más estrictas, después de que los enfrentamientos del lunes entre pandillas rivales resultaran en 16 decapitaciones.

Un trabajador del instituto forense de Altamira, Marcel Ferreira, describió la angustia entre los familiares que esperaban afuera del lugar y dijo que la oficina pidió a los bomberos y a las autoridades locales que les llevaran agua, alimentos y brindaran asistencia médica a los familiares.

Los expertos forenses de ciudades vecinas en Pará llegaron para ayudar a lidiar con el gran número de cadáveres. Los cuerpos tuvieron que ser almacenados en un camión refrigerado que llegó a Altamira después de que se diera a conocer la noticia de otra enorme masacre al interior de la prisión.

Las autoridades estatales dijeron que los enfrentamientos del lunes estallaron cuando el grupo local Comando Classe A atacó un ala de la prisión que aloja a miembros de la pandilla rival Comando Vermelho, o Comando Rojo.

Los miembros del Commando Classe A incendiaron los contenderos que albergaban temporalmente a los reclusos pertenecientes a Comando Vermelho mientras se construía otra ala. La mayoría de las víctimas murió por asfixia.

"Claramente es una declaración de guerra en contra del Comando Vermelho", dijo Jean-François Deluchey, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad Federal de Pará, quien ha estudiado la región durante 20 años.

Las autoridades no han revelado la causa exacta de los ataques recientes en Altamira, sólo confirmaron que fue una lucha entre grupos delictivos. Sin embargo, varias de las últimas masacres al interior de prisiones se han atribuido a enfrentamientos entre pandillas por el control de rutas de narcotráfico en el Amazonas.

En muchas prisiones brasileñas los custodios son ampliamente rebasados en número y pasan problemas por mantener el control de la siempre creciente población de reclusos, además de que los líderes de pandillas con frecuencia dirigen sus actividades tras las rejas.

Las más recientes masacres representan un desafío para el gobierno derechista del presidente Jair Bolsonaro. Un excapitán del ejército, Bolsonaro hizo campaña enfocándose en una postura severa contra la delincuencia y prometió reducir la violencia en Brasil, incluso en sus sobrepobladas prisiones.

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