A pesar de todo, Donald Trump tiene “su público”

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. está acostumbrado a escandalizar y, dadas las ventajas que ofrece el cargo, puede imponer sus puntos de vista por sobre países, sectores y líderes, y al final salirse con las suyas. Pesca en río revuelto y la última de sus “indelicadezas” tiene como meta “divertir” a esa base de blancos-rubios-ojiverdes que le apoya... políticamente hablando.

Ya en una ocasión causó un alboroto cuando llamó “agujeros de mierda” a Haití, El Salvador y varios países africanos.

Esta semana, mandó para sus casas a las progresistas, jóvenes y mujeres congresistas demócratas, denominadas “El Escuadrón”. Alexandria Ocasio-Cortez (de origen puertorriqueño, de Nueva York), Ilhan Omar (nacida en Somalia, de Minnesota), Ayanna Pressley (afroestadounidense, de Massachusetts) y Rashida Tlaib (de ascendencia palestina, de Michigan), pertenecen a minorías raciales, ligadas directa o indirectamente a las migraciones, y eso...molesta.

E insiste en que no, no es racismo... Es parte de la estrategia de atacar a sus principales contrincantes, los demócratas, quienes, ante las declaraciones, se unen, gritan, protestan contra “lo impensable”.

A su vez, el Presidente ratifica su posición y los considera “comunistas” porque sus lineamientos no van de acuerdo con los suyos.

Hablar de razas en Estados Unidos puede considerarse “un pecado”, y aunque la ley defiende a los que sufren algún tipo de discrimen, la realidad, aunque solapada, es bastante diferente.

Salvo pocas excepciones, los líderes respublicanos le dieron su respaldo a través de un silencio vergonzante o respondiendo ante cuestionamientos con evasivas inteligentes.

Pero no hay que desesperarse, que faltan 16 meses para los comicios presidenciales de noviembre del año 2020, fecha en la que podremos observar si el multimillonario Donald Trump logra su objetivo, que empezó el mismo día en que se juramentó para el cargo. Pero es posible que antes haya muchos más escándalos para disfrutar.