La renuncia del dictador argelino Bouteflika

En una ocasión, Abdelaziz Bouteflika dijo, tras alcanzar el poder en Argelia, “Yo soy Argelia entera, soy la encarnación del pueblo argelino”, y se mantuvo en el poder por 20 años ininterrumpidos, sin contar aquellos años, desde los 19, en los que ocupó diversas posiciones en el tren gubernamental.

Argelia, con acceso al Mar Mediterráneo y rodeada por Marruecos, Libia, Túnez, Níger, Malí, Mauritania y Sahara Occidental, al sur de España, árabe y con amplios yacimientos de petróleo, forma parte de aquellos países donde la “primavera árabe” brotó por el año 2011, en la República Tunecina.

Pero la “primavera” no llegó en aquel entonces porque Buteflika tenía una relación muy cercana con el ejército, aunque en principio lo rechazaron.

La intención de reelegirse por quinta vez el 18 de este mes, provocó las manifestaciones callejeras, desde el pasado 22 de febrero. Más el cambio de postura del Ejército, dos factores que lograron, pacíficamente, el cambio de régimen.

En ese período, que dio al traste con los regímenes de Mohamad Kadafi en Libia y con Hosni Mubarak en Egipto, “Butef” logró comprar la paz social a través de la bonanza proporcionada por el petróleo, logrando reelegirse en diversos momentos.

Posteriormente, con la caída del petróleo, la situación interna y en especial la represión, empezó a mermar su poder, aparte de amplios problemas de salud, que dejó el poder en manos de la camarilla que le rodeaba.

Dentro de sus logros se encuentran haber luchado contra el poder colonial de Francia en el año 1956, participando en la independencia en el año 1962 y, tras convertirse en mandatario en abril de 1999, alcanzó la reconciliación nacional luego de una guerra civil con la guerrilla islamista, que acabó con la vida de alrededor de 200,000 argelinos en 10 años.

Hoy Argelia inicia un futuro diferente con el poder de la gente.