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Todo lo que esconde la voz y la Policía descubre

Ubicar el lugar de residencia, la edad aproximada, el nivel educativo o definir rasgos como una mandíbula prominente o el cuello corto. Es lo que puede desvelar el habla, "el pasaporte vocal", que desde hace 30 años elabora la Policía Nacional española para identificar a sospechosos por la voz.

La técnica de identificar a alguien por la voz es la más compleja de las que se desarrollan en el laboratorio de acústica forense de la Policía, en Madrid, integrado por físicos, lingüistas, fonetistas, logopedas o ingenieros del sonido, quienes, además de tener el oído adiestrado, aplican sobre todo complejas técnicas científicas.

Carlos Delgado, facultativo jefe de este equipo, explica a Efe que, aunque los factores que se examinan son múltiples, el inicio del estudio siempre está en la información denominada "de resonancia", la que procede directamente de nuestro "tracto vocal".

Además de los ejes físicos que dimensionan el sonido -frecuencia, intensidad y tiempo- en el caso del habla existe un cuarto factor, el de la cavidad resonante del tracto, que aporta elementos decisivos desde el punto de vista de la identificación.

La pronunciación de una "S" puede estar asociada a que el locutor tiene "una mandíbula prominente" o los "incisivos superiores" de una determinada manera. La sospecha de que una persona tiene un cuello corto o musculoso también se puede descubrir solo por la voz.

Los datos que proporciona la voz son abundantes, según detalla Delgado, y pueden ir más allá de ubicar a una persona en un lugar geográfico. Se puede llegar a determinar su nivel socioeducativo, su entorno profesional o si ha consumido alguna droga o alcohol.

Y por muy bien que un imitador copie la voz de una persona, la Policía lo desenmascara. "No es un problema saber cuál es la verdadera, porque el imitador lo que hace es un engaño de nuestra percepción simulando rasgos del habla de otra persona", deja claro Delgado.

Más difícil es el trabajo de estos forenses cuando se altera esa voz conscientemente o simplemente por causas externas, como puedan ser un catarro o una afonía porque el timbre, por ejemplo, se desnaturaliza.

Precisamente en esto último, el carácter variable del habla de una persona, radica la complejidad de los análisis de acústica forense, referencia internacional desde su nacimiento en 1987 y que, a día de hoy, permite avanzar en investigaciones sobre narcotráfico, terrorismo, violencia machista u homicidios.

Los agentes españoles, por ejemplo, determinaron que el hombre que telefoneó desde Vitoria (norte español) a la Cruz de Roja de Madrid ofreciendo datos en febrero de 2017 sobre un anciano encerrado en un local de Santander (norte) y que murió asfixiado resultó finalmente ser el asesino.

Más de cuatro minutos de su voz fueron la clave. "Cuando hablamos no somos conscientes de todos los datos que podemos dar", dice a Efe una inspectora del equipo de acústica forense.

El análisis científico de esa llamada determinó, por ejemplo, que el sospechoso "era vasco, pero de una zona limítrofe de Castilla".

Variables como el timbre, el tono, la entonación, la cadencia o la sonoridad de determinados sonidos pueden llegar a revelar el estrato social de una persona, sus emociones, algunas características morfológicas o si es quien dice ser.

Dos meses después de ser secuestrada la joven española Anabel Segura, hace ya casi 26 años, los captores enviaron a su familia una grabación magnetofónica con su voz, supuestamente. La chica decía encontrarse bien y pedía que la liberaran.

Pero no era ella, según descubrieron los especialistas de acústica forense de la Policía. Determinaron por el acento de la persona que hablaba, algún sonido de fondo y palabras empleadas en la zona de Toledo (centro) que la voz no era de la secuestrada.

Otro análisis policial de voz consiguió probar ante el juez que Óscar Sánchez, un lavacoches de Montgat (Barcelona), no era un narcotraficante que colaboraba con la Camorra (mafia) y que pasó casi dos años en una cárcel italiana en 2010 solo porque su nombre coincidía con un supuesto delincuente.

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