Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

RESUMEN 2018 CHINA

La desaceleración y la guerra comercial ponen en jaque a la economía china

Todas las alarmas se han disparado en China tras un tercer trimestre de este año en el que el PIB creció un 6,5 %, el peor dato trimestral desde el inicio de la crisis y el segundo menor crecimiento desde que comenzó la serie histórica, en 1992.

Además, sectores como el inmobiliario -los analistas prevén una contracción de hasta el 12 % en 2019- o el automovilístico -que podría registrar su primera caída anual en casi tres décadas- preludian una caída que podría agravarse debido a la guerra comercial con Estados Unidos.

Sin embargo, la desaceleración económica no es un concepto nuevo para China: 2007 fue su año cumbre, cuando su PIB aumentó un 14,2 %, pero desde entonces el crecimiento ha ido moderándose gradualmente.

Pekín es consciente de esto y en su último plan quinquenal (2016-2020) enfatizó la necesidad de mover el centro del modelo económico desde las exportaciones -en 2006, pico máximo, suponían el 36 % del PIB- hacia el consumo interno.

De hecho, los analistas, aunque cautos, no parecen especialmente preocupados por el desempeño económico chino.

"Ningún país puede prolongar eternamente un crecimiento a doble dígito", explica a Efe el economista jefe del Banco Mundial (BM) en Pekín, John Litwack.

En su opinión, la desaceleración se debe a las "mismas razones" de la última década.

Litwack explica que en 2017 "hubo una fuerte recuperación del comercio mundial que sumó un punto porcentual entero al crecimiento del PIB", algo que no se ha repetido este año, y destaca también el control del crecimiento del crédito.

China tiene "potencial para crecer a un ritmo relativamente alto, quizá por encima del 6 %", asegura, pero apunta que "si, como debería, se pone seria con el desapalancamiento, podría haber efectos temporales sobre el crecimiento".

El profesor de la escuela de negocios Cheung Kong Li Wei afirma a Efe que el control crediticio es el principal motivo de la desaceleración, ya que muchas empresas crecieron montadas en una espiral de crédito procedente, en ocasiones, de la banca informal, sector que Pekín tiene en el punto de mira.

Sin datos oficiales, los analistas estiman que la deuda corporativa equivale al 160 % del PIB.

"Los fondos están disponibles pero no para empresas privadas, especialmente para las pymes. Es un cambio regulatorio mucho más duro que cualquiera que se haya hecho", explica.

El analista de Capital Economics Chang Liu asegura a Efe que estos "esfuerzos para contener los riesgos financieros" han tenido un impacto que "afecta a la actividad" económica.

Litwack celebra que "el crecimiento del crédito relativo al PIB se ha estabilizado por fin", algo que considera "un gran logro"; no obstante, China no puede cantar victoria todavía: "Van a tener que endurecer la disciplina financiera y no hay manera de que pasen por ello sin sufrir algo de dolor".

Liu apunta que en los últimos meses el Ejecutivo está "cambiando la contención de riesgos por el apoyo a la economía" con una flexibilización de las políticas fiscales y una rebaja de los tipos de interés de mercado por parte del Banco Popular de China.

Pekín también deberá despejar la incertidumbre sobre el desempeño de su economía en 2019, no solo por los riesgos que entraña su cambio de modelo sino también por los efectos de la guerra arancelaria con Estados Unidos.

Aunque Litwack apunta que los efectos directos de los aranceles del 25 % anunciados por Donald Trump serían de "menos de medio punto porcentual del PIB", reconoce que el reto es mantener la confianza de los inversores, que "podría afectar a corto plazo" debido al aumento de la incertidumbre.

Li recuerda que hay empresas que ya "están frenando sus inversiones" y recalca que estas incertidumbres serán el problema en China y a nivel mundial: "El recrudecimiento de las tensiones comerciales y, quizá, la visión de una nueva guerra fría son más dañinas para los negocios que cualquier otra cosa".

El cambio de modelo ya no es una opción, sino una necesidad: "No tienen elección. No puede seguir aumentando su porción de las exportaciones mundiales y, como la economía mundial crece a un ritmo menor al de China, no podemos esperar que sus exportaciones crezcan", aduce Litwack.

"El crecimiento del consumo debe impulsar el del PIB, y tiene que ser un crecimiento per cápita porque la población ya no crece. Los chinos tendrán que ahorrar menos y consumir más", agrega.

Según Li, el consumo interno "está entre los principales contribuidores al crecimiento del PIB del último par de años", y cree que "la gente estará contenta" si se mantiene el avance del consumo en torno al 7 o al 8 % aunque cayese la inversión.

De cara al futuro, Litwack cree que China conseguirá cumplir con su objetivo de crecimiento para 2018 (6,5 %), y sitúa su estimación para el año que viene en el 6,2 %.

Liu, que no cree que los datos oficiales del PIB sean una medición fiable, calcula un crecimiento real del 5,3 % para 2018 y del 4,5 % en 2019.

Por su parte, Li prefiere no concretar: habla del próximo lustro y establece una horquilla de entre el 5,5 % y el 6,5 %.

"Al Gobierno le gustaría mantener el crecimiento por encima del 6 %. Podría ser una barrera psicológica para algunos, pero no entiendo por qué. Para la mayoría de países, crecer un 5 % es excelente. Solo tenemos que ajustar nuestras expectativas", sentencia.