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BERLÍN

Vecinos y refugiados, unidos contra el odio y la intolerancia de los ultraderechistas

Un millar de vecinos de Cottbus, en el este de Alemania, se manifestaron ayer junto a refugiados acogidos en la ciudad contra el odio y la intolerancia, mientras que alrededor de 2,000 personas secundaron una marcha ultraderechista contra la llegada de solicitantes de asilo y "delincuentes extranjeros".

Tras registrarse varias agresiones en la localidad, Cottbus, situada a unos 130 kilómetros al sur de Berlín y cerca de la frontera polaca, se ha convertido en las últimas semanas en escenario de fuertes tensiones, mientras las autoridades locales intentan aplacar los ánimos y evitar que se use el nombre de la ciudad para hablar de la inseguridad o de la xenofobia en el país.

La difícil convivencia saltó a los medios nacionales a principios de año, después de que en Nochevieja al menos seis jóvenes entraran de madrugada en un centro de refugiados y agredieran a tres afganos.

Poco después un joven sirio amenazó a un hombre en un centro comercial, incidente en el que intervino la policía, y, en una pelea, dos chicos sirios de 15 y 16 años hirieron en la cara con una navaja a un adolescente alemán.

Con poco más de 100.000 habitantes, Cottbus, en el estado de Brandeburgo, acoge en estos momentos a alrededor de 4.300 refugiados y solicitantes de asilo.

La colorida manifestación contra el racismo recorrió por la mañana el centro de la ciudad bajo el lema "Vivir sin odio. Juntos contra el miedo", entre grandes medidas de seguridad para evitar incidentes y bajo una gran atención mediática.

Pocas horas después se celebró la macha convocada por la plataforma "Zukunft Heimat" ("Futuro patria") en la que, según medios locales, participaron alrededor de 2.000 personas, aunque la policía no facilitó cifras.

Los manifestantes denunciaron la inseguridad en Cottbus y reclamaron el fin de la era Merkel, a quien la ultraderecha acusa de haber abierto las puertas del país a los cerca de 1,3 millones de refugiados que han llegado en los dos últimos años.

La policía de Brandeburgo informó poco después de empezar la segunda marcha de que había detenido a una persona por realizar el saludo hitleriano en la concentración, a la que se sumó el grupo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y el partido Alternativa para Alemania (AfD).

Esta formación entró por vez primera en el Bundestag (cámara baja alemana) tras las elecciones de septiembre, cuando obtuvo el 12,6 % de los votos y se convirtió en la tercera fuerza política del país.

En Brandeburgo, como en otros estados federados del este de Alemania, sus resultados fueron aún mejores (19,4 %) y en Cottbus llegó a alcanzar el 25,3 % de los votos, situándose como segunda fuerza tras los cristianodemócratas.

En víspera de las manifestaciones, el primer ministro de Brandeburgo, el socialdemócrata Dietmar Woidke, garantizó que se perseguirá a todos los delincuentes, sean de la nacionalidad que sean, y alertó de la presencia de extremistas y "predicadores de odio" que buscan generar un clima de inseguridad y violencia en la ciudad.

Por su parte, el alcalde de Cottbus, el cristianodemócrata Holger Kelch, ha reclamado más recursos y más trabajadores sociales para impulsar programas de integración en la ciudad.

Entre tanto, el departamento de Interior de Brandeburgo acordó que la localidad no recibirá por el momento a nuevos solicitantes de asilo, una medida que se ha aprobado en otras regiones del país al verse saturadas las capacidades y estallar conflictos sociales.

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