A DISTANCIA
Lula da Silva, de 9.5 a 12 + 1

Lamentablemente, la creencia en el sistema judicial latinoamericano tiene tantas vertientes, sobretodo cuando se lanza una decisión judicial que luce política sobre un político, que siempre queda el beneficio de la duda. Y el caso del expresidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, no escapa a las dudas.
Lula fue condenado en primera instancia a 9 años y medio y apeló en una segunda instancia. Ayer, aumentaron la condena a 12 años y un mes, lo que puede inhabilitarle para convertirse en candidato del Partido de los Trabajadores (PT), para las próximas elecciones, que se celebrarán en octubre de este año.
La razón, “recibir un apartamento de lujo en la costa de Sao Paulo de la Constructora OAS a cambio de beneficiar a la compañía con contratos de la petrolera pública Petrobras, durante su gestión”, del año 2003 al año 2010.
La ley es clara, si una persona es condenada en segunda instancia, no puede ser postulada, lo cual es el caso de Lula, quien insiste en que “todo lo hacen para que evitar que yo pueda ser candidatoÖ”.
El PT, respaldando a su líder, informó que van a confirmar la candidatura de Lula, que mantiene una amplia popularidad (y con posibilidades de volver a la Presidencia), afirmando que “los sectores que influyeron la decisión judicialÖ fueron los mismos que promovieron el juicio político en el Congreso que concluyó en agosto de 2016 con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff”.
Sobre este hecho, algunos analistas consideraron que el presidente Michel Temer y su grupo dieron un “golpe de estado” contra Rousseff y, a pesar de que muchos políticos y legisladores se han visto envuelto en problemas con la justicia por corrupción, incluyendo el mismo mandatario Temer, la tumbaron por un procedimiento que era “usual” entre presidentes anteriores.
No es cierto que la derecha en el poder va a dejar que el líder del Partido de los Trabajadores vuelva a encabezar la política y vida de la nación sudamericana.
La justicia brasileña quiere demostrar que está avanzando en su lucha por eliminar la corrupción de su sistema, aunque la realidad le dé de frente. No importa si son de derecha o de izquierda,
pocos políticos “sacan buena nota” en el examen.
Lula Da Silva es uno de los últimos eslabones de la desaparecida “nueva izquierda latinoamericana”, o del “eje del mal latinoamericano” (del cual apenas queda el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro) y dejarle siquiera ser candidato es un riesgo que la derecha brasileña, con su impopulares medidas contra los pobres, no puede permitirse.
Además, Lula tiene otras seis causas abiertas por corrupción. Si hubiese salido airoso ayer de la audiencia de segunda instancia, le quedarían seis más para defenderse...