Las Mundiales

CONFLICTO ARMADO

Dos hombres que lideraron la guerra se encuentran en busca de la paz

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko", han vivido carreras paralelas impregnadas por la guerra que, paradójicamente, les han llevado a buscar el fin del conflicto armado más viejo del continente.

Cada uno representa las ideas diferentes que conocieron desde la cuna. Santos, nacido hace 63 años en el seno de una de las familias con más abolengo de Colombia, lo que la guerrilla llama "oligarquía", contaba con el antecedente político de su tío-abuelo, el liberal Eduardo Santos, que presidió el país entre 1938 y 1942.

Londoño, por contra, nació hace 56 años en la localidad de Calarcá, en la región cafetera del departamento Quindío. Su referente familiar fue su padre, Arturo, que militó en la Uno, un grupo perteneciente al Partido Comunista Colombiano (PCC) que en la época defendía un reparto más justo de las tierras para los campesinos.

Ambos tuvieron claro que se preparaban para un futuro lleno de hostilidades en un país cuyas diferencias se hacían más profundas con el paso de los años, y así, mientras Santos se formaba como cadete de la Escuela Naval de Cartagena, Londoño hacía lo propio en la Juventud Comunista Colombiana.

Las ideologías dieron paso a los estudios antes de involucrarse en la guerra, y el humilde quindiano, antes de ser "Timochenko", fue conocido como uno de los alumnos de medicina de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, donde se especializó en cardiología.

También se formó en Cuba y fue entrenado militarmente en la Yugoslavia del mariscal Tito años antes de ingresar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en marzo de 1982.

Así, mientras Santos se abrió al mundo con estudios de Economía en la Universidad de Kansas (EE.UU.) y postgrados de la Escuela de Economía de Londres, la Universidad de Harvard y la Escuela Fletcher de Leyes y Diplomacia, Londoño se preparaba para internarse en la selva, donde ascendió rápidamente.

Aún pasarían años aprendiendo y cosechando mayor poder, hasta que en la década del 2000 un hombre cruzó sus destinos: Álvaro Uribe.

El ahora expresidente, que llegó al Gobierno en 2002, nombró a Santos su ministro de Defensa en 2006, o dicho de otra forma, lo convirtió en el encargado de desplegar su política de mano dura contra la guerrilla, denominada "Seguridad Democrática".

Sin cuartel fue la orden, y Santos la acató con la mayor fidelidad. Durante su etapa como ministro se dieron los mayores golpes a las FARC, como la muerte en una operación militar en marzo de 2008 de Luis Edgar Devia, alias "Raúl Reyes", que entonces era el segundo al mando de la guerrilla.

En septiembre de 2010 cayó en otra operación el jefe militar de las FARC, Víctor Julio Suárez, alias "Jorge Briceño" o "Mono Jojoy", y poco más de un año después, ya con Santos en la Presidencia, Guillermo León Sáenz, alias "Alfonso Cano", que había asumido el mando de la organización en 2008, fue abatido por el Ejército en otro operativo.

Fue precisamente este golpe el que elevó a Londoño, ya "Timochenko", como máximo líder de las FARC, a la que expandió a través de contragolpes por algunas regiones de Colombia.

Pese a que los éxitos militares contra las FARC fueron uno de los ases que presentó para aspirar a la Presidencia en 2010, poco tiempo después Santos comenzó a buscar la paz por la vía de la negociación, jugándose en la apuesta todo su rédito político.

Seis meses de reuniones en secreto propiciaron los diálogos iniciados en noviembre de 2012, que han cambiado la comunicación de los viejos enemigos pero no frenan la tentación de lanzarse dardos dialécticos.

"Suponemos que el Gobierno del presidente Santos sabe bien lo que está haciendo, aunque no deja de inquietarnos", comentó "Timochenko" el pasado enero, en tanto que el presidente ha sido constante en pedir coherencia a la guerrilla.

Hoy se reúnen en La Habana sabedores de que ambos sufrirán las críticas de sectores políticos y de los guerrilleros más radicales, pero también conscientes de que el camino que les ha llevado a enfrentarse es el que les ha enseñado que quieren firmar una paz que sea definitiva para Colombia.

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