A DISTANCIA

No están tan solos

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Adolfo ValenzuelaSanto Domingo

Leer el artículo relacionado con el “renacimiento” de la maquinilla para intercambiar informes confidenciales entre los funcionarios del gobierno ruso, provoca desconcierto. ¿A quién se le ocurre desempolvar uno de estos antiguos instrumentos, más bien observables en museos o en casas de antigu¨edades, en lugar del escritorio de una casa o apartamento actual? Como van las cosas, y por asunto de seguridad y privacidad, la idea no luce tan descabellada. Mientras tanto, el problema es saber en qué lugar venden las tan necesarias cintas negras o las negras y rojas con dos pequeñas ruedas de metal o plástico, el técnico especializado en limpiar los dispositivos, o las escuelas para aprender a escribir “con todos los dedos” y no sólo con los dos índices. Parece que ya también pasó la época en que sentarse frente a su computadora para intercambiar informaciones personales a través del “chateo”, o simplemente investigar a través de Internet, era una actividad simple y segura. Lo escabroso siempre era y es sabroso. Un artículo publicado en “The Miami Herald” plantea que las revelaciones del técnico Edward Snowden sobre hechos e informes de la Agencia Nacional de Seguridad –NSA- estadounidense, hará que algunos internautas cambien sus “hábitos computacionales”. Se desconoce si la compañía proveedora del servicio de Internet ya firmó un contrato con el gobierno estadounidense o con cualquier otro gobierno porque al fin y al cabo todas las administraciones de naciones desarrolladas tienen la costumbre de “estar informadas”, legal o ilegalmente, sobre las actividades de agentes cuyas actividades pueden afectar al buen desenvolvimiento gubernamental. Por ejemplo, los jóvenes deben empezar a preocuparse por las fotos de amplias sugerencias. Sí, aquellas que cuando tienes 18 años te ves “de maravilla”, pero cuando tienes 45 con hijos que ya conocen del impacto del internet, te gustaría que desaparecieran. Bueno… que puedes borrar la fuente, pero no puedes controlar todas las copias que se hicieron de la primera. Ni hablar de los políticos. Ante semejante futuro, los usuarios están empezando a tomar medidas tales como claves con mayores dificultades de acceso, uso de dinero líquido en lugar de tarjetas de crédito, encriptación para el acceso a los teléfonos inteligentes y celulares, etc. Además, y ante la histeria colectiva y silenciosa contra la revisión de los correos electrónicos, datos personales y todo lo que tenga que ver con tecnología avanzada, ya hay compañías que ofertan sus servicios, “sin que PRISM, el programa clandestino de vigilancia electrónica de la NSA, tenga acceso”. DuckDuckGo y Ixquick informan que “no recogen datos de los usuarios”. Starpage hasta ofrece un servcio en que la compañía no tiene acceso al espacio y no controla en lo absoluto la clave para acceder al mismo, por un pago mínimo que muchos están dispuestos a pagar.

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